Los jugadores de Carlos Burillo deben demostrar este próximo domingo en su feudo de los Rosales, si lo sucedido la pasada jornada en el Polideportivo Municipal de Tarazona ha sido un revés que pueden superar o por el contrario encauza algo más profundo.
La victoria es la mejor vacuna para librarse de los fantasmas que atrofian a los deportistas. En el campo, quitarse la pelota de encima suele confrontar lagunas de confianza, por ello, el respeto por uno mismo y el amparo de los compañeros es demostrativo de superar los inconvenientes al tiempo que prorroga la esperanza de lograr el fin último al que se aspira.
Y la visita del Tamarite a los Rosales puede significar un cabo para asirse y calibrar la fortaleza de la plantilla, aunque objetivamente, no sea quizás el mejor rival para discernir esa solvencia.
El Club Deportivo Juvenil Tamarite es séptimo clasificado con cuarenta y nueve puntos, veintiséis más que el CD. Caspe. Con una racha de cuatro victorias en sus últimos seis encuentros disputados aunque su andadura revista una clara disfunción entre lo logrado en casa y las salidas.
Ambos equipos se han enfrentado hasta la fecha en dieciséis ocasiones de las que los caspolinos han vencido diez, con tres empates y tres derrotas más. En el marco de la Tercera, los resultados han sido más parejos, dos victorias para los zaragozanos, otras tantas para los oscenses y un empate.
El primer encuentro que ambas escuadras jugaron data de la temporada 68/69 con victoria local por tres goles a uno. Y el último, hace dos años, en Preferente, Caspe uno – Tamarite cero, gol de Luis Castilla.