Cuando todos los condicionantes son adversos, el mundo del fútbol recurre a la épica, y esa extraña sensación de poder que acumulan los sentimientos es lo que se busca para tratar de equilibrar la tozudez de las clasificaciones.
Pero como bien ha dado a entender el técnico caspolino, matemáticamente todo es posible todavía y el equipo y sus componentes deben asirse como clavo ardiendo a esa posibilidad, admitiendo la derrota si ella se produjera pero sin dejar de buscar la contraria.
El CD.Caspe accede a esta jornada muy mermado de efectivos. Las cinco bajas por sanción no son un hándicap únicamente por su cantidad sino también por su calidad. Escuín, Gil, Marian, Luisja y Gabri conforman un quinteto que estará ausente este domingo del terreno de juego y que obligará a que su entrenador deba realizar malabarismos para formar un once con el que presentar batalla al Almudévar.
Un equipo, el oscense, que muestra una posición cómoda en la tabla clasificatoria y que ha perdido en sus tres últimas salidas. Dato que, junto a la escasa puntuación obtenida en anteriores citas (solo una victoria y dos empates de dieciocho partidos), dejan una fisura para que el CD.Caspe mantenga, ante sus aficionados, una sutil ventaja.