Era un Chevrolet de 21 caballos y seis cilindros, del año 36 ó 37 y de 19 plazas; después andaría con un motor Dodge. La "Rubia", como se la conocía popularmente, era propiedad de los hermanos Fontoba y carrozada en sus talleres. Entonces se compraba un chasis al que se le ensamblaba un motor. Posteriormente se cubría con chapa (hecha a mano) el frontal y el techo y se remataba con madera y unos cristales corredizos, barnizando todo al final. En verano había que mojar las junturas, puesto que se abría la madera y como las carreteras eran de tierra entraba mucho polvo por los resquicios.
De la "Rubia" se cuentan "las mil y una historietas", peripecias que el paso del tiempo ha vuelto amables y casi heroicas:
- "En un viaje a Flix, el radiador perdía continuamente agua que hubo de reponer hasta con los sobrantes de los pasajeros, eso sí, no era necesario el control «anti-doping»."
- "Volviendo de Mequinenza, y una vez pasado el puente, había un badén en la carretera. El coche, por su parte, tenía un depósito intermedio entre el motor y el depósito principal. Quiso la suerte que el auto chocara en sus bajos a la salida del badén, quedándose en el camino el depósito principal de la gasolina sin percatarse nadie del incidente. Como todavía quedaba líquido en la conducción el vehículo siguió adelante, pero a mitad del ascenso al puerto se paró. Una vez conocida la causa de la avería tuvieron que volver unos cuantos para hacerse cargo del exiguo carburante que quedaba en el maltrecho depósito."
- "En un desplazamiento a Binéfar, y antes de pasar el puente del Ebro, se les rompió la dirección. Tras las «maravillas» del chófer para evitar el accidente, tuvo éste que desmontar allí mismo el engranaje para arreglarlo y proseguir el viaje."
- "Viniendo de Mora se quema la junta de la culata y como no podían continuar les remolca un camión. En el ascenso a una cuesta se rompe la cuerda por el peso que arrastraba y el conductor de la «Rubia» consigue, como puede y marcha atrás, poner el encendido. A duras penas remontan el trecho que faltaba hasta la cima y en la bajada sobrepasan al camión que no se había percatado del hecho. El susto del camionero sólo fue comparable a la cantidad de humo que salía del radiador cuando ambos vehículos pararon en el llano."
- "En otro de los múltiples viajes que la «Rubia» hizo para el CD.Caspe se les incendió el motor y como la carrocería era de madera tuvieron que hacer de bomberos, apagando el fuego con las gabardinas."
- "Viajando hacia Zaragoza, y una vez pasado Bujaraloz, dice uno de los ocupantes: «Mira, mira, una rueda que nos adelanta y se va por el monte», por supuesto que era del mismo vehículo en el que estaban montados."
- "En otro viaje a Zaragoza, y cuando estaban adelantando a una galera en una calle de adoquines, se cruzó un camión. Tan justo pasaron los tres vehículos que la rubia recibe una marca en el lateral. Todos se dieron un buen susto y alguno «se quedó blanco como el papel»."
- "Regresando un día de Bot, y tras haber probado el buen vino de la zona, iban todos alegres y contentos recreándose en las ocurrencias que se contaban cuando uno de los ocupantes se dio cuenta de que faltaba un compañero. ¿Dónde está Manolé? ¿Dónde está Manolé?, y Manolé estaba en la baca del coche a la que había accedido por una de las ventanas. Afortunadamente no hubo mayores consecuencias."
(Texto recogido en el libro: El Fútbol en Caspe. Ayer y hoy)