Empecé con muchísimas ganas de conocer a los niños y poco a poco, es algo que es difícil de explicar porque si te gusta el fútbol, vivir el fútbol, vivirlo desde dentro y además pensando que tu también has sido niño y has aprendido, es algo increíble.
Cuando estás de entrenador, te das cuenta como jugador de que lo que te mandan es lo mismo que mandas tú. Es muy bonito, la verdad.
Lo que más me ha costado es mentalizar a mis jugadores que, porque fueran más altos o más grandes físicamente los contrarios, no tenían que tenerles miedo de nada porque, al fin y al cabo, da igual el físico si te esfuerzas y consigues los objetivos.