Me acuerdo que había una gran dirección y una plantilla que, al final, éramos todos amigos.
Se supo compaginar la veteranía de algunos jugadores de Zaragoza con la calidad de la gente de la cantera de Caspe.
La temporada, para ser una Tercera División de aquellos tiempos, quedar en mitad de la tabla, fue magnífica, con la brillantez de jugar la final de la Copa de Aragón en la Romareda.
Personalmente también excepcional porque conseguí un gran record de goles en esos momentos.
Tuvimos unos buenos resultados pero acompañados con un excelente fútbol y con chavales o gente joven que habían salido de categorías inferiores tanto de la cantera como de equipos del Real Zaragoza, de los juveniles del Zaragoza.
Fue ese cómputo general al hacer un equipo, que nadie se esperaba que fuese tan perfecto y tan bueno.