Fue un momento muy especial para mi.
Disputar doscientos partidos con el equipo de tu pueblo es una cosa que no es nada sencilla y que te lo reconozcan de esta manera y ante toda la afición, la verdad, es que fue un momento muy bonito y muy gratificante.
Pensé en mi abuelo Manuel que desde que tenía ocho años venía todos los días a verme jugar, desde que era un chaval, y cumplir doscientos partidos en el mismo club que él pudo jugar, también mi padre, fue un momento muy bonito y estoy seguro que él está superorgulloso de que lo haya podido conseguir.
Ahora, por motivos laborales y otros motivos, no puedo estar en el club, pero eso no significa que en un futuro no pueda regresar y jugar algún partido más.
El Club Deportivo Caspe es mi casa y siempre va a ser así.
Le tengo un gran cariño y jugar en los Rosales siempre es especial y lo va a ser siempre.