Los niños cada entrenamiento y cada semana van creciendo porque hay muchos niños que no habían jugado nunca un partido.
Están en un periodo de aprendizaje y, sobre todo, un periodo de adaptación a lo que es la competición y, en ese caso, van creciendo poquito a poco.
La labor de los entrenadores es que evolucionen y los de segundo año que jugaban el año pasado tienen que dar un pasito adelante e, incluso, enseñarles a los que no han jugado nunca.
Poco a poco, prepararles para la competición pero sin prisa. Tienen que ser ellos mismos los que se den cuenta que están aprendiendo. Tocar, más o menos, de todo un poco.