Club Deportivo Caspe
 

Temporada 1939/40


Finalizada la guerra civil es tiempo para la reconstrucción y vuelta, en lo posible, a la rutina de las pequeñas cosas que van armando las vidas de las personas y, por ello, de la sociedad. El fútbol, una de esas pequeñas cosas, es utilizado para servir los intereses que podrían llegar a demostrar la normalidad pretendida, causa suprema que le lleva a su revitalización.

En el segundo semestre de 1939 llegan a Caspe unos dineros por mediación de la Organización Sindical que son empleados por don Genaro Pallás Monserrat, secretario, para la compra de una equipación deportiva: "Junto a un grupo de aficionados y conocidos formamos un equipo de fútbol con la intención de practicar este deporte los días festivos". Será el nacimiento de una nueva formación que pasa a llamarse "Educación y Descanso".

El recién constituido equipo viste camiseta a rayas amarillas y negras, emulando al primitivo Club Deportivo Caspe, y cosen en la parte superior derecha el escudo de la organización. El pantalón y las medias también son de color negro y forman parte del paquete comprado con el dinero recibido. Las botas, en cambio, serán por cuenta de cada uno de los jugadores.

Para jugar los partidos de casa se recupera el campo de Cabo de Vaca, aunque ya no está vallado. Don Manuel Falcón, gran aficionado, era el encargado de mantener el terreno de juego en condiciones, lo marcaba y ponía a punto. En las salidas, los viajes se hacen en camiones, la mayor parte de las veces en uno que venía de Maella. Los desplazamientos les llevan por toda la comarca: Samper de Calanda, Calanda, Escatrón, Alcañiz, Maella, Valderrobres...

El fútbol aficionado adquiere su máxima esencia, puesto que los jugadores pagan de su propio peculio los gastos que lleva consigo la práctica deportiva. Bien es verdad que se aprovecha la excusa para salir de casa, visitar otros pueblos y disfrutar de las fiestas como jóvenes que son. Muchas veces la invitación a jugar está condicionada por la celebración de los festejos.

Don Leoncio Piera Albiac recuerda un partido disputado en Batea: "La banda de música nos acompañó hasta el centro del campo y cada vez que se marcaba un gol tocaba un pasodoble...", "...en Calanda, otro día, el viaje hasta Alcañiz lo hicimos en el coche de línea y de allí al campo de fútbol en un camión que había transportado carbón. En la ida íbamos bien agarrados, pero a la vuelta (ya de madrugada) la compostura no era tan importante...". ¡No es difícil imaginarse cómo salieron!


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