Club Deportivo Caspe
 

Temporada 1980/81


El Club Deportivo Caspe ha tenido mala suerte en los últimos años. La máxima representación de la sociedad ha sido una pura inconstancia. Desde que en 1976 dejara la presidencia Ceferino Cortés han pasado cuatro temporadas y cinco presidentes, y lo que es peor, la carrera no vislumbra la meta. Con la marcha de Luis Izquierdo se hace necesario, otra vez, el reparto de cartones. La ruleta gira en busca de su destino.

Manuel Villegas Sánchez es un directivo con diez años de experiencia y el conocimiento de quien ha estado en el cogollo de la gestión. Es un enamorado del fútbol, acaso inmoderadamente fogoso, que sobrelleva con pesar una espinita clavada tras la renuncia de un familiar cercano al profesionalismo, pero que decanta su tiempo libre en luchar por la pujanza de este deporte en la localidad. Manuel Villegas, vicepresidente en el gobierno anterior, acepta confiado el reto de encabezar una Junta Directiva formada con los supervivientes de tan mudable periplo:

Presidente: Don Manuel Villegas Sánchez.
Vicepresidente: Don Hilario Aparicio Bordonaba.
Secretario: Don Manuel Bret Ferrer.
Tesorero: Don Angel Fillola Estopañán.
Vocal: Don José Cubero Zabay, don Antonio Llop Estopiñán, don Luis Franco Piquer, don Tomás Gracia Hernández, don Alberto Piazuelo Guiu, don Gregorio Sánchez-Angel Carrión, don Andrés Sanz Gil y don José Diego Bielsa.

El nuevo órgano directivo establece un presupuesto de tres millones y medio de pesetas, con el que aspira a conservar la categoría y, en la medida de lo posible, superar el puesto obtenido el curso anterior. Para ello traza una línea de actuación que persigue mantener estable el número de tarjetas, confeccionar una consistente plantilla y favorecer el juego en un terreno apropiado para exhibir la belleza de su disputa.

Manuel Villegas propone a sus compañeros transformar la pedregosa superficie del Plano por un suelo de hierba. La idea cala en la Junta, pero los costes superan al potencial del club y el proyecto inicial se desestima por un concienzudo lavado de cara, "el alcalde señor Besteiro se animó a seguir adelante". Con el pláceme de la primera autoridad, Villegas manda traer alrededor de treinta camiones de tierra buena de Chiprana (cantera del puente del Regallo) y alisa la capa superior del rectángulo de juego (motoniveladora de Obras Públicas).

Roto el vínculo con Antonio Lacasta, el presidente busca entrenador en Zaragoza y ficha a Antonio Villanova Rebollar, "mantenía buena relación con la familia Villanova desde el paso de mi hermano por el Aragón". Antonio es el benjamín de los hermanos con título desde hace dos temporadas, ha dirigido al Fuentes y Casetas. El técnico recomienda a Sáez para la puerta y Miranda para la zaga, refuerzos que acceden al Caspe junto con Espés, "lo trae el directivo Tomás Gracia", y Lamarca que renueva. Los cuatro futbolistas componen la única variante forastera al grupo central del equipo.

Fernando Espés es un delantero natural de Samper de Calanda que se ha formado en el equipo del pueblo, en el Alcañiz y Santo Domingo de Silos. El joven extremo prueba con el Tarragona y no llega a un acuerdo económico, "además me perjudicaba notablemente los estudios", por lo que atiende la oferta caspolina. Antonio Moliner Vaquero recuerda, "no era mal jugador, pero a la gente no le cayó en gracia".

El trabajo de la plantilla comienza pronto y el 2 de agosto, en horario nocturno, el titular se enfrenta a la selección aragonesa con un doble motivo: Inaugurar la remodelación del campo y rendir homenaje a José Diego Bielsa, que ha defendido en sucesivas etapas los colores del Club Deportivo Caspe, "me entregaron una placa de recuerdo al tiempo que me comprometía entrenar a los juveniles".

Tras la sombra del veterano futbolista, que decide "colgar las botas", el resto del grupo inicia una campaña con tímidas variaciones. Las vacantes de Diego I y Ripollés son cubiertas por Espés y Miranda. Sáez sustituye a Herrero en la portería y completan la plantilla los mismos hombres que el año anterior, con doce meses más de experiencia.

Marchita la pretemporada, la Liga abre su paso con un largo viaje a San Esteban de Gormaz. El partido es matinal y la Directiva organiza el desplazamiento haciendo "parada y fonda" en Soria. El resultado es de empate a tres, pero la noche anterior, como siempre ocurre en estos casos, las luces tardan en renunciar al fluido eléctrico y los "fantasmas" recorren pasillos, tanto interiores como exteriores. Moliner, Samper, Moreno, Solán..., todos hacen especial hincapié en la prohibición expresa del entrenador a cualquier aventura nocturna, vigilante de la entrada principal y burlado por las adyacentes. José Manuel Ferrero Dolader concentra la historia, involuntariamente acrecentada para mayor regocijo de la misma, en su compañero de habitación, "Carlos fue el único que salió por la ventana aquella noche a la calle".

Antonio Villanova resume en un amplio reportaje que "Zaragoza Deportiva" dedica el 5 de enero de 1981 al Caspe, "en el equipo hay una perfecta armonía y unidad, los chicos están trabajando con mucha ilusión y en vez de aficionados parecen profesionales por su honradez y entrega". El campeonato no ofrece una cara especialmente arisca para el C.D. Caspe, todo lo contrario, su clasificación no baja del noveno puesto final y los comienzos de la segunda vuelta reclaman la mejor posición sostenida del torneo, al tiempo que informan del declive futuro. Según el presidente, "en Sariñena perdimos dos a uno y arrojamos la Liga". El Caspe no pierde la compostura en las siguientes jornadas, pero cierra su actuación con cuatro derrotas fuera y otros tantos empates en casa, que dejan cariacontecidos a los aficionados tras observar el devenir de la competición, "la Preferente había bajado muchos enteros de calidad".

Doce son las unidades que forman, a lo largo de la temporada, las alineaciones del C.D. Caspe. Sáez en la meta con la suplencia de Herrero. En defensa, Miranda, Latre, Ferrero y Moreno, con aportaciones de Cortés y Sancho. En medio campo los minutos se los reparten Solán, Moliner, Berges y Lamarca de medio-punta. Y la delantera es para Espés y Samper, bien respaldados por Sanz, comodín en todos los puestos de vanguardia.

Manuel Cortés Maza sufre una aparatosa y gravísima lesión que le apartará un año de los terrenos de juego, "... en un Barbastro Caspe, al intentar despejar un balón me rompí la pierna". Miguel Sanz Ballabriga estaba justo al lado de Cortés en el momento de producirse el golpe, "... hizo un ruido tremendo, como para ponerte los pelos de punta". El doctor Blasco, fiel seguidor del Caspe y presente en el encuentro, entablilla la extremidad quebrada y ordena el traslado a traumatología, "me operó el doctor Zopeti en Zaragoza y por los dolores me autoprometí no volver a pisar un campo de fútbol". El tiempo no sólo soldará las fracturas, sino que alejará las molestias vividas de la memoria del bravo defensor, siempre proclive a "matar el gusanillo".

El espectáculo del balompié es un juego con infinidad de acepciones: ¡El opio del pueblo!, dicen sus más recalcitrantes detractores, o escape deseado, catapulta de demonios y vulgaridades para la mayor parte de los asistentes. El Alcañiz-Caspe de este año cierra la primera vuelta. Es un partido raro. A la ya de por sí dificultad de enfrentar a dos hoscos rivales, más por la incomprensión vecinal que por la deportiva, se une la caprichosa actuación arbitral. Con uno a cero en el marcador y pocos minutos para el final el colegiado señaló tres penaltys: yerra Lamarca, materializa el Alcañiz y acorta distancias Berges. La tensión aglutina el ambiente, los aficionados forman pasillo a los visitantes en su deseo de ganar el vestuario y entre insultos y vejaciones hay intercambio de golpes, "se organizó una gresca impresionante".

No fue menor la protagonizada en el Tamarite-Alcañiz, que obligó a la suspensión precipitada del partido y jugar los 25 minutos restantes en campo neutral. El lugar designado por el Comité de Competición es Caspe y horas antes del choque la Federación comunica al presidente caspolino la falta de colegiado. Manuel Villegas contacta con José Ballabriga Maranillo, aficionado que pita fútbol cinco e infantiles, "me llamó a la fábrica para que intentara salir antes y hacerme cargo de la empanada". Ambos equipos no ponen objeción alguna y Ballabriga cumple su cometido, "... un poco nervioso. El único que protestó fue el portero del Tamarite". El Alcañiz consigue cuatro goles más, "jugaban once contra nueve y la superioridad era holgada". Ante la diligencia del voluntarioso árbitro el delegado del Colegio, Santiago Castillón, mantiene contactos con Ballabriga para conocer su actitud, "estuve muy a punto de dar el paso pero no me decidí". José Ballabriga sigue pitando en las categorías base por el simple placer de ayudar a los demás.

En juveniles (C.D. Caspe) e infantiles (Pol. Caspe) el fútbol cantera continúa quemando minutos en torneos comarcales. El Compromiso, C.F., por otro lado, fiel a su concepción, prosigue el camino diseñado y en esta tercera temporada disputa la Liga en Segunda Regional, grupo quinto, y el Campeonato de Aficionados Sub-23, bajo las órdenes de Tomás Jiménez.

El ejercicio toca a su fin y es obligado hacer balance de resultados y previsión de objetivos. Ante dichas expectativas Manuel Villegas sufre el "síndrome del acorralado" y decide no comprometerse para el futuro, "quería cumplir los cuatro años de mandato, pero me sentí desasistido. Me encontré el grifo de Adidas cerrado ..." (coincide una reestructuración de personal en la empresa que recorta a cero la ayuda), "... hubo un pequeño grupo de aficionados, aunque muy selectivo, que no dejó vivir al entrenador..." (le achacaban que no salía del banquillo para impartir órdenes a los jugadores), "... y el Ayuntamiento no me reconoció el esfuerzo realizado para alisar el campo" (el concejal José Callao, en conversación habida en su despacho particular, le alienta a seguir en la brecha, pero Villegas está convencido de su marcha).

El presidente saliente propone para cubrir la vacante a su compañero de Junta Tomás Gracia, pero ante la negativa de este y el abandono de otros directivos, nuevamente queda la sociedad a expensas de un prójimo estable y caritativo que ponga fin al récord que el Club está batiendo: cinco temporadas y seis presidentes.


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