Club Deportivo Caspe
 

Temporada 1975/76


Este es el cuarto y último año de estancia presidencial de Ceferino Cortés Villanueva y a lo largo del mismo tendrá que hacer frente a una amplia renovación en la plantilla, que si bien le da un aceptable resultado en el ámbito competicional, echa por tierra las señas de identidad del club y el trabajo de cantera del pasado más reciente. Jugando a caballo ganador, encarece el fútbol por una calidad cuestionada en ciertos momentos, desprestigiando y cerrando caminos al fenomenal trabajo hecho en la base.

Jesús Romeo Pérez sigue al frente de un equipo que pierde a los foráneos Ricardo (lateral izquierdo) y Alfonso (interior derecho) y a los locales Villegas (interior izquierdo) y Berges (delantero centro), ambos traspasados al Deportivo Aragón. Por contra, son altas Sanz I y Sopesens, que entran en la operación Villegas-Berges, y Teodoro (sustituye a Ricardo), Peña (por Alfonso), Juanito (ocupa junto a Sanz II la vacante de Berges) y Santamaría (por Diego I). En resumen, repiten cinco jugadores (dos forasteros: Nicolás y Leandro) y varían seis puestos cubiertos con otros tantos fichajes.

El campo del Plano deja de ser la inexpugnable esencia caspolina (se escapan doce puntos) y el club gravita a lo largo del campeonato en la franja comprendida entre los puestos decimotercero, decimocuarto y decimoquinto (diecinueve jornadas), resolviendo en novena posición tras una fructífera recta final: catorce puntos de veinte posibles en los diez últimos encuentros. En el capítulo goleador, los guarismos reflejan equilibrio: 1,55 tantos de coeficiente a favor y 1,44 en contra, siendo el juvenil procedente del segundo equipo Miguel Sanz, el máximo realizador, con 14 dianas.

Todo lo antedicho es un compendio somero y numérico del período a estudiar, titulares que remarcan lo sustancial, para lo cual, bueno será detenernos en ciertos aspectos que medien, y aun tercien, en favor o en contra, de ignominias reales o vanidosos caprichos por capitulaciones envidiosas. Y buena prueba de ello, con los errores propios de quien no confía más que en su instinto, será el lustro siguiente a tan veleidosa temporada.

El 27 de julio de 1975, según publica "Amanecer", se reúnen los socios del Club Deportivo Caspe en Asamblea general ordinaria que aprueba un superávit de 59.000 pesetas del ejercicio anterior y un presupuesto de 1.375.000 para el actual, además se renueva la confianza en el entrenador señor Romeo. Posteriormente, la Junta Directiva envía una carta abierta a todos los aficionados, con un amplio abanico de posibilidades para afiliarse a la entidad.

La temporada comienza con una serie de partidos amistosos que sirven para conjuntar un equipo prácticamente nuevo, destacando el Torneo Bajo Aragón, que enfrenta a los clubes de las tres poblaciones más populosas del mencionado enclave territorial: Alcañiz, Andorra y Caspe. Como sello de unión que amortigüe y aúne las distintas personalidades coexistentes en la plantilla, el preparador asume la transformación empírica del grupo: "... El Caspe es un equipo muy distinto al que cogí y aunque sigue practicando el contragolpe como arma mortífera, falta el conocimiento ciego, la suposición cierta de quienes habían estado jugando muchos años juntos y tenían memorizado el movimiento de balón y compañero".

Romeo emplea su capacidad humana y síntesis psicológica para coadyuvar al siempre difícil equilibro entre los jugadores de casa, más asentados en ambiente y técnica, y los foráneos, con más fuerza por el cotidiano trabajo físico semanal: "...a Caspe sólo podía bajar una vez a la semana y al principio de la Liga: no había dinero para más". El técnico se halla cómodo en su papel de intermediación y ficha, "... sin pasarnos ni un milímetro del presupuesto...", las propuestas más ventajosas, así como ofrece lo mejor de su prole a la calificación blanquilla.

Miguel Sanz Ballabriga y Javier Moreno Pina prueban con el Zaragoza Juvenil, aunque con suerte bien distinta. Moreno no destaca sobremanera, pero a cambio recibe el silencio a su actuación: "... nos llevó mi cuñado Goyo con el seiscientos y jugamos en Barbastro con unos chavales que no conocíamos de nada. Sanz metió dos goles y le llamaron para entrenar; a mí no me dijeron ni cómo había estado". Sanz recibe la comunicación de Jorge Fonz, el entrenador, siete días más tarde: "... estuve dos semanas en la Ciudad Deportiva, pero no llegamos a un acuerdo y me volví a casa".

En la misma línea, aunque en diferente plano, se encuentran algunos jóvenes jugadores que, con experiencia en la categoría, no hallan el acomodo necesario para hacerse un sitio en las alineaciones. Así, los hermanos Hernández Pueyo, Carmelo y Alfonso, optan por solicitar la baja al presidente y Mariano Solán Vallespí recibe el Trofeo a la regularidad y marca diez goles, todo esto en la vecina Maella.

La Liga va transcurriendo sin aparentes sobresaltos hasta que en la última jornada del campeonato el Caspe se ve sumido, involuntariamente, como juez que puede entronizar al líder. Se avecina la primera semana del caluroso junio cuando resta un partido decisorio para el Aragón (primero con 59+21) y para el Monzón (segundo con 57+21). Quien concluya en la primera posición asciende a tercera, quien le siga, promociona por el ascenso. El postrero compromiso enfrenta al Caspe con el Aragón en el Plano y el Atlético Monzón con el Fraga en la confluencia del Sosa y el Cinca. ¡La semana es de aúpa!

La prensa zaragozana, en concomitancia con los dirigentes blanquillos, siembra de dudas las fechas previas al partido y propaga el rumor por el cual "el club montisonense ha ofrecido una prima de diez mil pesetas a los caspolinos si logran ganar a su rival". Por su parte, el Aragón prohíbe expresamente a sus jugadores Sanz y Sopesens, cedidos al Caspe, que formen en la alineación de su oponente. Vísperas tensas que siembran de cizaña el entorno futbolístico buscando el menor indicio para probar una actitud transgresora a las reglas, la misma figura del colegiado señor Orna es instrumentalizada y no escapa a los trapicheos interesados.

"Mis jugadores se vaciaron en el campo en busca de la victoria... -insiste Jesús Romeo en un artículo firmado por Paco Serrano y publicado en la Hoja del Lunes- y si ésta no ha llegado, no ha sido por falta de luchar con fe", para concluir: "El Aragón es justo campeón". El partido finaliza con empate a cero goles y aunque el Monzón logra una ventaja por tres-cero frente al Fraga, no es suficiente para sobrepasar al filial zaragocista.

En el viaje de vuelta los jugadores del Aragón lanzan a su entrenador, Manolo Villanova, a la piscina del Portal de Monegros para celebrar el ascenso. Un triunfo ganado por méritos propios, no en balde formaban un auténtico "equipazo". Los... Zubeldia, Yus, Plou, Benedé, Barrachina, Villegas, Pérez, Víctor, Royo, Tosao o Natalio, todos ellos jugadores de garantías liderados por un Víctor Muñoz que ha conocido el techo de un futbolista aragonés: Real Zaragoza, Fútbol Club Barcelona, Selección Española, Sampdoria, Tottenham, entre los más sugestivos y atrayentes.

Pero los dirigentes aragonesistas no quieren dejar nada al azar y además de asegurarse la ausencia de sus jugadores Sanz y Sopesens en el bando caspolino, se esmeran en dejar atados todos los flecos. Por este motivo, y temiendo la tan cacareada prima del Monzón, el preparador del equipo se reúne en Pescadores con los directivos Ceferino Cortés, Félix García y José Callao, a quienes propone contrarrestar económicamente la propuesta montisonense. "Por supuesto que no aceptamos... -indica el ex presidente-, ni hubiéramos consentido la más mínima invasión en nuestro vestuario".

Para los jugadores caspolinos, convidados de piedra en una guerra no pretendida, el partido marca un paréntesis en su memoria. Manuel Cortés Maza revive los prolegómenos: "... se montó mucho morbo y el campo registró un llenazo impresionante". Miguel Sanz Ballabriga, por su parte, atiende la hora clave: "... nos pitaron innumerables fueras de juego y faltando poco para acabar, Víctor lanzó un disparo envenenado". Por último, Antonio Moliner Vaquero se retrae a los momentos post-partido. Moliner trabajaba en Madrid y plantea la dificultad de su regreso: "Suñé me llevó en su coche y a las cuatro de la madrugada entrábamos en el hotel, pero valió la pena estar allí".

En cuanto a los jugadores caspolinos en la plantilla del Aragón: Antonio Villegas Sánchez se lesiona y debe abandonar el campo, y Joaquín Berges Amorós ya no pertenece a la disciplina del Zaragoza.

Villegas, encrucijada entre su pueblo y su equipo, es blanco de alguna inconveniencia que, junto a su resquebradiza moral, provocan una jornada incompleta para el quizá mejor jugador de los intervinientes. Cuaja una sensacional temporada: "...empecé como interior para pasar al centro de la defensa". Es el recambio ideal para Manolo González, central del Zaragoza y en edad de colgar las botas. Jesús Romeo advierte: "Lobo Diarte cuando estuvo en el Valencia lo recomendó al equipo levantino, recordando, sin duda, los atosigantes marcajes que le hacía", pero el fútbol profesional no es la meta del joven jugador.

Berges compatibiliza el Servicio Militar con el fútbol. En enero del 76 se licencia y se plantea su futuro profesional: "Había jugado todos los partidos y marcado siete goles, pero tras consultar con varias personas de mi consideración decidí marcharme a Barcelona y trabajar". Berges tiene ficha de amateur compensado y estando en la capital catalana disputa una eliminatoria frente al Mallorca, su última aportación al cuadro blanquillo.

Ceferino Cortés Villanueva, cubierto el ciclo para el que fue elegido, convoca el 12 de junio de 1976 Asamblea General de Socios en la que presenta su irrevocable dimisión. El período electoral anterior ha finalizado sin candidatos y se cierne un vacío desestabilizador. Entre los asistentes se encuentra Gregorio Martínez Montón, director de la oficina en Caspe del Banco Zaragozano que muestra su inclinación por el deporte-rey, declaración que abre las puertas del cielo para los asociados temerosos de cerrar la reunión sin salida acordada. El nuevo presidente asiste en calidad de invitado a la cena anual de despedida y abre un período netamente provisional.

En cuanto al segundo equipo, el Arena Sport, dirigido en la parcela administrativa por Pascual Campos Borraz y en la técnica por Mariano Gómez Callao, consigue el doblete, Liga y Copa, y el ascenso a Segunda Regional Preferente.


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