Club Deportivo Caspe
 

Temporada 1986/87


El Club Deportivo Caspe ha pasado en dos años de la Primera Regional a la Tercera División, un salto cualitativo registrado tanto por méritos propios como por las circunstancias coincidentes. Tras los dos ascensos consecutivos, la presente temporada será de mantenimiento. Los siguientes meses harán cristalizar una extraordinaria plantilla, formada por unos elementos de gran calidad en una categoría muy fuerte. La satisfactoria marcha en las dos competiciones que se disputen premiarán una apuesta ambiciosa, otra cosa será el desgaste que sufra el staff técnico y directivo y la elongación pecuniaria en los abonos de los seguidores.

Bienvenido Callao Navales había fichado por el Caspe sustituyendo a Teófilo Lafont con la condición de hacer un equipo base para acometer la División Nacional sin sobresaltos, y a fe que lo consigue. Superados los primeros inconvenientes y una vez arriba, la perfecta sintonía con la Directiva de Miguel Barriendos Muniente les lleva a una planificación suicida de la temporada, tanto en el orden deportivo como económico, "subimos el presupuesto a ocho millones y medio, las cuotas a doce mil pesetas y los socios a trescientos cincuenta". El balance no porta "números rojos" en junio a costa de sangrar a los amigos, "Paco Fillola no cobró ningún viaje y Bienvenido firmó muy por debajo de su caché".

En la actualidad, el fútbol español está estructurado en cuatro categorías nacionales: Primera, Segunda, Segunda B y Tercera. Dicha panorámica es producto de la evolución sustanciada en los últimos años. A las tres divisiones tradicionales que engloban 120 equipos: Primera, Segunda y Tercera con cuatro grupos, se les unió en la temporada 77/78 una nueva categoría (la Segunda B) y una ampliación a seis de los grupos de Tercera. El "deporte-rey" no era ajeno al cúmulo de transformaciones que invadían entonces el país y presentaba un campo abonado donde complacer aspiraciones de grandeza, deseos insatisfechos aun con el cupo aprobado. Dos años más tarde, en la 79/80, persisten los dos grupos de Segunda B, pero la Tercera amplía su contenido a ocho grupos de veinte equipos cada uno. Al año siguiente, 80/81, la Tercera aumenta a trece grupos. Tres años sin variaciones hasta la 83/84, fecha que suma un grupo más la Tercera División. El continuo engorde no cesa y después de tres campañas inmóviles, la 86/87, es decir, la presente, la Segunda B reduce un grupo y la Tercera amplía a dieciséis con el sobrenombre de "Autonómicos". En el siguiente ejercicio (87/88) habrá nueva remodelación, con ampliación a cuatro grupos la Segunda B y a diecisiete la Tercera.

La Comunidad aragonesa está representada en Primera División por el Real Zaragoza. En Segunda no hay equipos y en Segunda B únicamente aparece el Deportivo Aragón. La Tercera, que ha crecido en diez años de forma desmesurada, acoge a dieciséis grupos correspondiendo el numero 16 a los conjuntos aragoneses y los sorianos Numancia y Almazán. La nueva configuración desestabiliza el orden interno. Hay profundas diferencias presupuestarias. Los más modestos, Sariñena, Estadilla o Mallén, con seis millones de pesetas, deben competir con los clubes más poderosos (Binéfar, Endesa o Fraga), que rondan los veinte millones. "La nueva categoría..." -según Luis Gaya en el Punto Deportivo- "...trae consigo dos concepciones distintas. Para unos, es un pozo que corta la trayectoria de los jóvenes futbolistas y para los otros, la reestructuración es positiva porque hay más rivalidad y se reducen los gastos de kilometraje".

Paralelamente al aumento indiscriminado de equipos en las Divisiones Nacionales, la Federación Española aprueba unas normas que pretenden rejuvenecer las plantillas. Así, los clubes de Tercera sólo pueden diligenciar dos fichas restringidas a mayores de 26 años y deben alinear a dos Sub/20 en cada partido. Sin embargo, y como señala el dicho, "hecha la ley, hecha la trampa". No extraña, pues, la picaresca para salvar ambos casos y si, por un lado, se cumplía la obligatoriedad de sacar inicialmente a los dos menores de 20 años, al mismo tiempo calentaba en la banda un compañero más experimentado para sustituirle en cualquier instante. Por otro lado, era común la figura del "amateur compensado" para aquellos jugadores que superaban los 26 años y el cupo fijado por la normativa, observándose la siguiente contradicción: los clubes eran aficionados y mantenían fichas semiprofesionales.

En el Caspe, su entrenador, Bienvenido Callao Navales, rechaza todas las acusaciones: "... nosotros no necesitábamos ningún tipo de argucias porque teníamos varios jugadores que no cumplían la edad y su concurso era habitual". Por su parte, el presidente, Miguel Barriendos Muniente, reconoce: "... las dos fichas restringidas eran para Azón y Barrachina; Pepe Pérez ocupaba la de amateur compensado".

El C.D. Caspe conserva el bloque de la temporada anterior, pero técnico y directiva desean dotar mayor prestancia al plantel. Por ello, fijan su atención en dos jugadores que ayuden a vertebrar las alineaciones: Santiago Benjamín Azón (delantero) y Carlos Barrachina (centrocampista). Mientras el primero firma sin dificultades, la contratación del segundo reporta muchos más inconvenientes. El "Punto Deportivo" ya avisaba en sus páginas de las costosas negociaciones: "Barrachina es pretendido desde la pretemporada por el Caspe, aunque su equipo, el Monzón, no le concede la baja". Este tema atasca la viabilidad del proyecto caspolino y el club observa un vacilante estreno. "Carlos se incorporó a mitad de noviembre y entonces empezamos a enderezar la marcha", recuerda José Manuel Samper Mendoza. José María Rojas Pérez es más crítico con la filosofía aplicada desde arriba, "poco a poco nos reemplazaban por forasteros", afirmación divergente con las tesis del entrenador, "en el pueblo, lamentablemente, no había futbolistas para cubrir las necesidades y por eso jugaban los que jugaban, aun así, Isidoro y Catalán gozaron de algunos minutos. Burillo se había ido al Zaragoza y Emilio Juan al Maella".

Las razones esgrimidas por los responsables de la sociedad no sólo otorgan escasas oportunidades a los jóvenes sino que coartan el trabajo de los más versados en las batallas regionales, "reclutamos una súper plantilla aunque descompensada en la portería: Domingo, deportivamente, no daba la talla del resto de compañeros y Herrero sólo cubría el hueco de segundo portero, era un chico fijo en todos los entrenamientos". José Luis Domingo, indiscutible hasta entonces bajo los palos, no encaja en los planes del técnico, que ratifica en Sabiñánigo sus pensamientos. Domingo cae en desgracia y cede su puesto a Herrero. Breve permuta, pues a las dos semanas es sustituido por el turolense Pérez.

José Pérez mantiene discrepancias con el C.D. Teruel y está "en paro". Bienvenido, conocedor del caso, entabla conversaciones con el guardameta (a sus órdenes dos años antes), y juntos acuerdan su venida al Caspe. El portero, además de buen deportista, es, humanamente, una persona honesta. Miguel Barriendos reafirma esta apreciación en una asamblea de socios, "al segundo partido se lesionó, jugó dos más incapacitado y estuvo dos meses de baja en los que renunció a sus haberes". Con Pérez ausente, retorna Domingo y Herrero juega algún partido. Salvado el inicio de temporada, el Caspe camina de forma irregular en la Liga, "la curva clasificatoria dependía constantemente de los rivales: si eran de arriba, perdíamos y bajábamos puestos; por el contrario, si jugábamos con los de abajo, ascendíamos automáticamente". La novena plaza final asegura una competición aceptable.

El técnico coloca un 4-4-2 en el campo, siendo su equipo ideal -no el más utilizado- el compuesto por Pérez; Chus, Garcés, Cartiel, Sanz o Pitarch; Arcal, Barrachina, José Luis, Dani; Azón y Samper o Monente, "existía mucha competencia dada la enorme calidad de los jugadores". El Caspe realiza el fichaje más caro de su historia, Carlos Barrachina firma por 800.000 pesetas, cien mil al mes, "presenciamos en Los Rosales un fútbol de muchos quilates". José Manuel Samper Mendoza refuerza la opinión del preparador, "los aficionados vibraban porque veían grandes equipos". Samper, con once tantos, segundo máximo goleador tras Azón, pichichi con veintiuno, vierte todo su ímpetu rematador en el juego rodado al no recibir la encomienda de lanzar faltas y penalties.

La nota dramática de la campaña acontece cuando resta un cuarto para acabar el Campeonato: José Monente sufre fractura de tibia y peroné en un encontronazo con el portero del Illueca, Valen, quien, tres temporadas después, fichará por el Caspe. Sin duda, la lesión más grave, aunque no la única: Barrachina acusa rotura de fibras y Garcés de ligamentos.

Tras la Liga, el Caspe juega la Copa de Aragón llegando a la final. Los resultados acompañan y caen eliminados Alcañiz y Endesa con un gol "in extremis" en Andorra. Pero la recargada temporada pasa factura y los jugadores van quedando en la ruta poco a poco. Se gana el tercer asalto al Mallén, en semifinales, con el tintineo de la campana anunciando el término de la penúltima ronda para sucumbir en el estadio de la Romareda con el Sariñena, tres a uno, como guinda amarga: "llegaron rotos".

Concluso el ejercicio, la complacencia de los aficionados es pareja al devenir de los últimos meses. No obstante, la Asamblea general, en principio ordinaria y sin sobresaltos, recibe una bomba sorpresa: Miguel Barriendos y sus congéneres presentan precipitadamente la dimisión. No hay nada que hacer, el cansancio acumulado en los dos años de rigor y el estrés producido ante tan magno presupuesto, sólo cubierto al cincuenta por ciento por los abonados y con una mínima aprotación directa municipal (doscientas mil pesetas de subvención), han dado el golpe de gracia a una insegura marcha presidencial: "Bienvenido ya no estaba por la labor". La Junta saliente prefiere dejar al equipo en la cresta de la ola aunque cometa la torpeza de salir por la puerta pequeña al no haber avanzado su decisión, provocando un vacío de tal magnitud que serán necesarias tres reuniones más hasta dotar al club de nueva Directiva. El borrón final pone el contrapunto a la incontinencia verbal vertida dos años antes en el mismo salón de sesiones. La cota deportiva y económica lograda se ha puesto muy alta, demasiado para partir contra el reloj; las prisas nunca fueron buenas consejeras; aun así, la inercia de los tres últimos años será suficiente para sacar al club del entuerto, pero el trabajo y la dedicación serán imprescindibles para seguir escribiendo la historia de una sociedad que ha superado todas las crisis anteriores por el empeño que han puesto, sistemáticamemte, sus gentes.


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