Club Deportivo Caspe
 

Temporada 1988/89


La Junta general ordinaria que el Club Deportivo Caspe celebra en el verano cierra la temporada anterior. En ella los socios presentes no se distinguen por su agresividad y los únicos reproches al estrado son como consecuencia de la falta de previsión tras personarse sin ningún tipo de documento para atestiguar lo que allí se cita: "lo hicimos todo con la mejor voluntad", insiste el presidente Agapito Fortuño Font. Buena disposición que no basta para dar carpetazo a un ejercicio con demasiadas lagunas: un déficit económico reconocido de medio millón de pesetas y el desmembramiento de la directiva, entre las más importantes. No obstante, la explícita promesa de parcelar responsabilidades y asumir la deuda existente promueve la necesaria dosis de comprensión que consolide el proyecto.

Antes de terminar la Liga, José Luis Gómez Iturria recibe una oferta de renovación: "en el partido Alcañiz-Caspe me propusieron continuar en el club". El técnico, que es blanco de las críticas de un medio escrito de comunicación zaragozano, pide a la directiva que se la haga llegar por escrito: "así podía, en un momento dado, demostrar por qué estaba aquí". No llega el acuerdo entre ambas partes y Gómez decide, al tiempo, volver a su reducto de Helios: "sin desmerecer a nadie, me había pasado todo el año en la carretera y es muy duro".

Con otro problema más por resolver, Agapito Fortuño Font se enfrenta al segundo año de su mandato partiendo de "menos uno". Como quiera que la mejor fórmula para salir airoso de un laberinto es sortear, uno a uno, todos los obstáculos, el presidente empieza por poner orden dentro de la casa y nombra vicepresidente a José Hernández Comech, "... un hombre muy trabajador, que me descargó mucha faena". Hernández recibe la encomienda de formar la plantilla, paso previo para la construcción del nuevo edificio.

El resto de la Junta también se remodela parcialmente: Fermín Latre Royo pasa a ser el número tres y Jesús Altes Gresa y José Verdaguer Solé los encargados de las relaciones públicas. Quedan como vocales Vicente López Escorihuela, José Fontoba Piera, Manuel Amorós Guardia, José Latre Fillola, José Cubero Zabay y Carlos Monferrer Gómez.

Con la intendencia felizmente aprovisionada, el siguiente paso se encamina a la contratación de un preparador. Dos nombres muy conocidos, "forman parte de la rueda" (denominación acuñada para los entrenadores que pasan de un equipo a otro), ocupan las posiciones más aventajadas en la agenda del Caspe. Los primeros contactos se mantienen con Luis Miguel Gómez Fajardo, pero será Francisco Corpas Sánchez quien ocupe el puesto: "Llamamos por teléfono a Corpas y quedamos citados en mitad de la ruta". Fortuño, Hernández y Altes viajan hasta Bujaraloz para encontrarse en el Restaurante El Español con el técnico: "me expusieron las condiciones deportivas y económicas, que, dicho sea de paso, no permitían grandes alardes de maniobra, pero... nos arreglamos en seguida".

Paco Corpas es un veterano en el fútbol aragonés, buen conocedor de todos los secretos para desenvolverse sin apuros en la regional. Ha sido jugador primero y entrenador después del Mequinenza, faceta que prosigue en Sástago (un año), Ciudad Deportiva (ocho), S.D. Arenas (uno), Ejea (tres, asciende a Tercera), C.D. Teruel (uno, asciende a Segunda B) y Barbastro (sustituye a Luis Ausaberri). Corpas "toca" a varios jugadores, pero no logra convencerlos: "el mercado estaba muy seco, los chavales ya se habían colocado y, además, la insolvencia del año anterior había viciado enormemente el ambiente".

Según el periódico "Heraldo de Aragón", "el Club Deportivo Caspe ha vuelto su mirada a la cantera". Hasta catorce jugadores locales aparecen en la primera lista oficial, número sensiblemente superior a las últimas campañas. La cifra frena, en parte, la contratación de nombres foráneos. No obstante, para cubrir las bajas de Perico, Emilio, Cartiel (Monzón) y Pardos (Melilla), se firma a Valenzuela y Capapey (Monzón), Novellón (Alcañiz), Raúl (Mequinenza), Cacho (Olivar) y Agudo (Calatayud). Precisamente había sido Agudo quien protagonizara un encontronazo con José Luis Domingo en la vuelta de la eliminatoria que les enfrentó en la Copa de Aragón del último año. Choque que supuso el abandono del portero, obligando a Emilio a ocupar su demarcación tras haber agotado todas las sustituciones reglamentarias. El promedio de edad del equipo es de 22 años, 15 el más joven (Alfonso Sancho) y 27 el más veterano (Novellón). Valenzuela, Óscar y Samper cuentan con 26 años.

El semanario "El Punto Deportivo" publica un reportaje cotejando los presupuestos de la categoría: "globalmente, la Tercera acusa una disminución de diez millones". El conjunto caspolino suma ocho millones y medio y tiene por encima a Huesca (21), Barbastro (17), Alcañiz (13), At. Monzón (12) y Ejea-Sabiñánigo-Calatayud (10). Por debajo del Caspe están colocados Tauste-Oliver-Tarazona-H. Cortés-Gelsa-Jacetano (5-6,5), Peralta (4,8) y Mallén (4,5). Por último, un grupo integrado por cinco unidades: Sariñena-Alcorisa-Illueca-Caspe-Utrillas, con un presupuesto que oscila entre los 7 y los 9 millones de pesetas.

Paco Corpas realiza al comienzo de la temporada en "Heraldo de Aragón" toda una declaración de intenciones: "tengo un equipo compensado, sin grandes figuras pero homogéneo. La delantera es la línea que cuenta con más garantías". Efectivamente, los primeros resultados dan la razón al técnico. El mes de agosto y mitad de septiembre responden a esa etiqueta pero los meses de octubre y noviembre serán una cruz demasiado pesada, pues sólo se levantan una victoria y dos empates por seis derrotas que mandan al Caspe al fondo de la clasificación. Como es fácil suponer, la suma de negativos pone precio "a la cabeza del técnico". Corpas lo sabe y se adelanta a los acontecimientos: "les dije que si era culpa mía no iban a tener ningún problema". La Directiva deposita su confianza en el entrenador y le concede una moratoria.

No sucede lo mismo con los miembros de la plantilla. En noviembre se pone una sanción económica colectiva que afecta al 2% de las fichas, valorada en 103.600 pesetas. Individualmente, hasta cinco jugadores (Novellón, Domingo, Pitarch, Perico y Rojas) son acreedores de un recorte económico, recorte que llega hasta las 20.000 pesetas por jugar al fútbol-sala. En otros casos se va más allá, adjuntando a la mensualidad la carta de despido (Agudo, Samper II, Catalán, Nicolás, Esquinas y Domingo). Las medidas no dan su fruto y el Caspe se salva en el penúltimo partido de Liga a costa del Oliver. Son los dos puntos que saca de ventaja al Illueca y al descenso a Preferente.

Paco Corpas, en la completa memoria que entrega a la Junta Directiva al término de la competición, señala como causas más importantes para que se llegue a tan extrema clasificación las siguientes: "La plantilla no dio la talla en su mayoría, carecimos de eficaces delanteros con olfato de gol, hubo falta de convivencia entre los chicos de Caspe y Zaragoza, ningún jugador reunía la capacidad suficiente para liderar al grupo, no tuve jugadores carismáticos que tiraran de sus compañeros en la parte más dura...". Por último, en el mismo dossier se detallan las lesiones que rompieron todo el esquema: "Domingo, rodilla y lumbalgia; Herrero, fisura en la muñeca; Rojas, rodilla y tobillo; Sanz, desgarre muscular; Valenzuela, esguince de tobillo y derrame en la rodilla; Novellón, tirón muscular y abductores; Pitarch, desgarro muscular; Óscar, contusión en el tobillo; Comín, esguince de tobillo; Capapey, tirón, rodilla y herida en la espinilla; Cacho, esguince en la rodilla; Raúl, fisura en el dedo meñique, y Samper, contusión en la cara con tres puntos de sutura. Todos, a excepción de Samper, dejaron de jugar algunos partidos".

El completo "parte de guerra" que señala el técnico en su informe ha de alcanzar necesariamente a su mentor. Los jugadores son reclutados por éste y no se tiene en cuenta la campaña precedente en sus respectivos equipos, además no logra el control del vestuario, pese a contar con el beneplácito de la Directiva a la hora de recortar los haberes. La Junta tampoco debe quedar al margen de la quema, puesto que su nerviosismo inflige la ruptura con la gente propia: una institución en el fútbol caspolino -José Fillola- y el principal valedor de su política de cambio con la seguida por los anteriores dirigentes -José L. Domingo-. Al final, el masajista termina su colaboración con el club por un desacuerdo monetario, sin paliativos (partido de homenaje, placa o cualquier otra consideración), y el portero sufre el mismo pago que había recibido dos años antes de quienes, entonces, criticaron tal actitud.

En toda discusión, la razón camina manoseada por sus autoconvencidos poseedores, con el equilibrio de no perecer en los, casi siempre, muy personales argumentos de quienes la enfundan en su propia sordera. Matiz suficiente para no usar este trabajo como mitificador del débil por el único valor de ser el más vulnerable, pero sí es necesario recordar que sólo el que posee tiene capacidad para dar. La intransigencia o la falta de reflejos, "mano izquierda", para saber rodear un teórico indisoluble problema, es causa fundada de un sumarísimo juicio de conciencia.

José Fillola Jordán acerca su humilde competencia al C.D. Caspe en la temporada 68/69, bajo el paraguas de los hermanos Gómez Callao. Su entrada en el club es la extensión de las largas horas de duro pelear en el trabajo profesional. Su misión no es escrita en documento alguno, pero tiene unos márgenes determinados; no supera la realizada por tantas y tantas manos que le precedieron, aunque sirve con silenciosa fidelidad a la praxis diaria del vestuario. Fillola, por una mano en el hombro, una frase halagadora o una sonrisa de complicidad, empieza a amar el fútbol desde dentro, a escuchar sin opinar, solícito ante la petición de un músculo dolorido o el porteo del continente acuoso, milagro de batallas perdidas.

El auxiliar caspolino no cambia, es el tiempo quien le enseña a valorar el trabajo que realiza. Compara sus primeros días en la sociedad con el devenir actual. Antes, sólo se oía hablar de puntos; ahora, las conversaciones amasan billetes; muchos, pocos... qué más da, todo depende de lo que oyes y no tocas. Craso error, el fútbol es de once y éstos son privativos de la gloria; los demás... los demás son compañeros de viaje pero en distinto compartimento. Siempre fue así y las leyes naturales no se pueden contravenir. En la 88/89, tras veintiún años de dedicación, quiere compensar viejos sudores, pide acercarse a la igualdad, tira del hilo más de lo debido y rompe con esa figura que ya se confunde en el paisaje de los campos regionales.

José Fillola ha conocido a muchos jugadores, entrenadores y directivos... cercanos y extraños; árbitros buenos, regulares y malos; chistes, bailes y canciones; mudanzas y hasta la sacudida del progreso en una curva felona. Ha compartido las horas previas del fútbol con esas paredes hincadas de la muda color azul, ajeno compañero, mudo testigo de las emociones que el juego impregna. Mientras, recuerda las dos lesiones que más le impactaron: "cuando Samper perdió el conocimiento en Mora y la fractura de la pierna de Monente en Los Rosales". Fillola sólo ha recibido una tarjeta en su historial, "en un Calamocha-Caspe le tiraron tierra a Domingo a los ojos y fui a llevarle agua". En algunos viajes le acompañaba su mujer, Luisa Liria Gargallo, no en todos; como el día que sufrieron un accidente volviendo de Almazán: "me rompí dos costillas".

No interprete el lector un intento machacón contra la Directiva por las líneas dedicadas a la baja del veterano masajista y utillero. Esta acción queda englobada, como uno más de los capítulos semioscuros de tan ignominiosa temporada. Temporada que Francisco Corpas Sánchez define "como una de las mayores desilusiones de mi vida deportiva. La tensión e incertidumbre nos hicieron cometer actuaciones muy desafortunadas". Y no falta a la verdad. José Hernández Comech cree que "Corpas se dejó parte de su prestigio como entrenador en Caspe. El público sabía de su tesón y le tenía mucho respeto".

Corpas, a pesar de los pesares, no se hunde con el equipo y mantiene la categoría, "el fichaje de Perico por su experiencia, pero, sobre todo, la entrada de Mario en la portería, nos salvó del desastre". El técnico no tiene suerte en Caspe, quizá por eso volverá con el paso de los años, una terquedad baturra por querer demostrarse superior a los elementos: "¡Mira!, en el primer partido me desaparecieron veinticinco mil pesetas de la cartera y en el último viaje la Guardia Civil de Tráfico me puso una multa de veinticinco mil pesetas por circular con exceso de velocidad". Sin embargo, deja buenas amistades y ensalza "a la fenomenal Pilarín, con un trabajo de recuperación excelente y unas cualidades humanas elogiables, dignas de tomar ejemplo".

La emisora local, Radio Caspe, entrega a través de su director, José Manuel Guiu Lasheras, los premios Antena de los Deportes a los jugadores más destacados:

- Trofeo Máximo Goleador: José Manuel Samper, con 17 tantos.
- Trofeo a la Regularidad: Oscar Salas, en puntuación de los entrenadores rivales.
- Trofeo a la Rentabilidad: José Manuel Samper, por los 2.827 minutos jugados.

El punto final a la Temporada lo pone la Asamblea General de Socios: "esta vez fuimos mejor preparados", reconoce el vicepresidente José Hernández Comech. La Junta Directiva presenta un balance deportivo negativo, un déficit acumulado de 250.000 pesetas: "no hubo discusiones conflictivas porque el aficionado caspolino es sufridor por naturaleza", y para el curso venidero, un planteamiento radicalmente opuesto.


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