Club Deportivo Caspe
 

Temporada 1966/67


La tercera división, grupo quinto, inicia la Liga con los mismos equipos que había finalizado la edición anterior. No hay cambios en el calendario y el C.D. Caspe dispone, deportivamente, de otra oportunidad para remediar la desastrosa situación vivida en el torneo precedente. En el plano económico, por contra, la experiencia del último año no había dejado descontentos y se decide proseguir con el modelo ya probado: reparto de dividendos tras el partido que cierra campaña (las cifras habían rondado entre las 10.000 y 12.000 pesetas). Por último, administrativamente la sociedad debe clarificar su organigrama ante el órgano federativo.

La Junta Directiva del Club Deportivo Caspe cambia de Presidente, pero al igual que el año anterior tan sólo a efectos oficiales. El alcalde Isidoro Ricart Peralta encabeza una Junta que tiene como Vicepresidente al Delegado de la Federación para la zona del Bajo Aragón, un hombre afincado en Maella con una grandísima dosis de amor al fútbol regional que personaliza en el equipo caspolino, "...atravesaba entonces una buena racha en sus negocios", dice uno de los maellanos que ficharon bajo su tutela; efectivamente, Octavio Ferrer Pallás puso al servicio del Club dos coches y una furgoneta para los desplazamientos.

Tras estos dos hombres con un marcado carácter institucional, emergen de entre el resto de los componentes de la directiva Manual Gómez Callao y José Callao Centellas. El primero, junto a su hermano, maneja el capital humano y presupuestario de la entidad, y el segundo es quien se entiende con la oscura y monótona tarea de recopilar papeles y estar al día de certificados y efectos. Bajo este paraguas de nombres propios, un grupo de aficionados trabajan al unísono para alcanzar una meta común: Evitar la zozobra de un barco que navega por unas aguas para las que quizá no está preparado. Sólo con una pertinaz ilusión y el férreo control de los gastos se consiguen sortear corrientes y esquivar tempestades.

El Caspe aprueba un presupuesto modesto, avalado por los cerca de cuatrocientos socios, que pagan unas cuotas de 500 y 1.000 pesetas anuales, dependiendo de la localidad reservada en el campo. Estos ingresos compensan unos gastos fijos destinados a material y arbitrajes. La plantilla no tiene asignación salarial, a excepción de los tres jugadores que acompañan desde Zaragoza al entrenador, Lizaga, Sanz y César, que cobran al día y por partido jugado; al resto se les aplica el mismo sistema que el año anterior y perciben unas gratificaciones a la conclusión del campeonato según el dinero sobrante, su veteranía y los partidos en los que intervinieron.

En el orden técnico, la nueva temporada aporta pocos cambios. Angel Les Aznar sigue por segundo año consecutivo al frente del banquillo y la columna vertebral del equipo está formada por los mismos hombres: Soto bajo los palos. Burillo en el centro de la defensa, respaldado por Javier y con G. Callao en el eje del medio-campo. En punta, el joven Pascual Diego, "Diego II", un espigado mozalbete con acertado remate de cabeza, virtud sólo reservada por tradición al número que lleva en la espalda.

Flanqueando a estos jugadores:

- Por la derecha, Paracuellos reparte indistintamente su puesto en ataque y defensa; Clavero y Nicolás comparten titularidad según la posición que ocupe el anterior, y la banda se cierra con Quino Sanz, un interior del San Agustín que ficha por cuenta del entrenador.
- Para el ala izquierda el puesto de la vanguardia tiene un dueño y señor, José Diego, "Diego I", que domina perfectamente el balón con la zurda; atrás, el maellano Gargallo cuaja una completa campaña y para el interior se reparten los papeles Samper, que trabaja en Flix, y Busquier.

En resumen, "...los más jóvenes iban consolidándose exhibiendo una mayor fortaleza y, con paciencia, siempre llegan los resultados", señala Mariano Gómez, que dirigía los entrenamientos en Caspe.

El bloque queda completo con la relación de otros jugadores que se alinean en un número inferior de ocasiones: Angel Lizaga para la portería; César, un extremo fichado del Giner; José Luis Rufat, habilidoso futbolista que padece una gravísima lesión en la Romareda de la que ya no se recupera totalmente; Ráfales, jugador que cumple el servicio militar; Navarro, debutante en el primer partido de la segunda vuelta, único que disputa; Gracia y Martín. Por último, los maellanos Justo y Querol, el primero juega poco y no cuaja y el segundo sólo se desplaza a Jaca y la experiencia no resulta todo lo positiva de lo esperado.

El Caspe concluye la Liga en décima posición, con veintisiete puntos y tres negativos. Al inicio de la competición muestra una constante regularidad en propio terreno, puesto que en las doce primeras jornadas se quedan todos los puntos en casa, eso sí, como contrapartida el equipo no logra puntuar en ninguno de los campos que visita. En una de las salidas, en Andorra, uno de los campos más difíciles, el Caspe va ganando al descanso por cero a uno, pero la sorpresa no llega a consumarse. "Salimos los dos equipos al campo en la segunda parte...", recuerda José Luis Rufat, "...y el público abroncó con tal intensidad a sus jugadores que éstos, debido sobre todo a su mejor preparación física, dieron la vuelta al marcador". Había mucha diferencia, como lo demuestra la clasificación final, entre el Huesca, Aragón y Calvo Sotelo con el resto de los equipos de tercera.

En el partido que jugó el Caspe en la Romareda la mala suerte acompañó de forma reiterada a los visitantes, no sólo por haber recibido la mayor goleada del campeonato, siete a cero, sino porque cayeron dos lesionados de gravedad. Jugaban por el Deportivo Aragón: Aldea; Ortiz, Royo, Rangil, Villacampa, Chirri, Mayoral, Blázquez, Bustillo, Fontela e Hidalgo. "Un señor equipo...", reconocen los caspolinos. Al descanso se llega con empate a cero, merced a la inspiradísima tarde de Soto, pero en la segunda mitad vendría la catástrofe. Primero cae Rufat con rotura del menisco externo de la pierna izquierda y posteriormente se retiraría Nicolás con fractura del peroné. El Caspe juega los veinte últimos minutos con nueve jugadores y la defensa numantina deja paso al recital aragonesista.

Fue una tarde aciaga. Primero cae el maellano, "...era la segunda jugada en la que participaba, venía Villacampa con el balón controlado cuando, al tratar de arrebatárselo, sentí un ¡crac! que a punto estuve de perder el conocimiento por el dolor". Rufat no se opera inmediatamente y en febrero, cansado de posponer inútilmente la intervención quirúrgica, pasa por cirugía, "me intervino el doctor Paricio Frontiñán y entre post-operatorio y recuperación se pasó la temporada". Al año siguiente, Rufat vuelve a los entrenamientos, pero será del todo imposible su concurso, puesto que cada vez que golpea la pelota se le inflama la rodilla y deben extraerle líquido senobial.

No será tan concluyente la lesión de Nicolás, puesto que vuelve a la práctica futbolística, pero le dejará marcado para el futuro y su recuperación no estará exenta de un cierto toque de hilaridad surrealista. Nicolás recibe una patada al disputar un balón, curiosamente de Rangil, un ex caspolino. Ante las muestras de dolor, el jugador es retirado del terreno y atendido por el doctor del Zaragoza presente en el campo. El primer diagnóstico es benigno y el médico recomienda a su colega, al de cabecera, un tratamiento a base de calcio. "Me arrancaron dos muelas, pero como no remitía el hinchazón de la pierna me dijeron después que tenía un coágulo de sangre y debía someterme a unas sesiones de calor en Zaragoza". El jugador se desplaza dos veces por semana a la capital en el coche del directivo Octavio Ferrer, "...un día me dejaron más tiempo del necesario y salió una ampolla tremenda". Como quiera que los días van transcurriendo, la intratada lesión (rotura del peroné de la pierna izquierda) cura sola, soldando el hueso por su cuenta y capricho. Nicolás reaparece en el mes de febrero, "...pero a partir de la lesión actuaba con más precaución que antes".

Cuando el Caspe juega ante su parroquia las cosas cambian de color y es el equipo propietario quien impone el orden a su rival. En el partido Caspe-Arenas la prensa zaragozana recoge el buen comportamiento y deportividad exhibidos, "...hasta las vallas que circundan el campo...", prosigue el cronista, "...moderaron las estridencias que provocan los entusiastas seguidores cuando las golpean en inconfundible ¡gong!". Esta costumbre arraigaría con tal firmeza en los aficionados que aprovechaban el ruido producido para insuflar ánimos a sus huestes, de tal guisa, que el campo del Plano sería conocido en la Regional como "el campo de las chapas".

En el mes de enero del 67, según publica El Noticiero: "El C.D. Caspe presenta en el Ayuntamiento un proyecto para la instalación del alumbrado en colaboración con la empresa ENHER". La iniciativa es bien recibida y se instalan una primera fase de focos en el campo que posibilitan los entrenamientos por la noche, una vez acabada la jornada laboral de los jugadores.

Entraba la temporada en su cuarto final cuando, aprovechando la visita al municipal del Deportivo Aragón, líder y máximo candidato al ascenso de categoría, se rindió un merecidísimo homenaje al veterano Joaquín Pueyo Ballabriga. Rezaban los carteles que se repartieron por toda la ciudad: "Como preliminar al partido hará el Saque de Honor y recibirá de manos del Presidente señor Ricart la Insignia de Oro del C.D. Caspe por las muchas tardes de gloria que ha dado a sus colores". La Junta Directiva resaltaba la visita del, asimismo, ilustre visitante con el Día del Club. Los precios estipulaban: 35 pesetas entrada preferente, 25 a general y un duro para señoras y niños.

No todo el fútbol de la localidad estaba representado por el Caspe, puesto que en el mes de agosto de 1966 se funda oficialmente el Polideportivo San Antonio, siendo Presidente don Manuel Oliver Tobeñas y asesor técnico el padre franciscano don Francisco Baselga. A lo largo de la temporada el nuevo equipo jugará diversos partidos amistosos y lo que es más importante, abrirá otros campos a la juventud caspolina que traerán jornadas memorables de buen sabor deportivo. Paralelamente en el tiempo, a principios de 1967, se constituye el Club de Ajedrez Ciudad del Compromiso de Caspe.


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