Club Deportivo Caspe
 

Temporada 1985/86


Comenzamos ahora el advenimiento de un período corto e intenso en la vida del Club Deportivo Caspe. El listón deportivo y económico va a subir muy alto en los dos próximos años. Los nuevos dirigentes lograrán y mantendrán la Tercera División al tiempo que necesitarán un salto cualitativo en los presupuestos de la entidad. Virtudes pasajeras al no ir acompañadas por un incremento en la masa social. Los triunfos futbolísticos se expondrán en un escaparate opaco incapaz de transmitir ilusión por compartir un proyecto común y ambicioso. Ello provocará el desmoronamiento futuro al no disponer de una red salvadora que ofrezca el descanso necesario para emprender, otra vez, la lucha. Relaciones externas que tendrán otro punto negro con el progresivo alejamiento del ente corporativo municipal.

La temporada 1985-86 presencia un cambio involutivo en las estructuras de la sociedad que se orientan hacia un único sentido: El primer equipo monopoliza y absorbe todas las energías. La Junta Directiva se renueva en un 83,33 por ciento, que renueva a su vez a la práctica totalidad de la plantilla, depositando en jugadores foráneos la defensa del patrimonio local. En el apartado técnico, la cúpula dirigente salida del proceso electoral confía en Teófilo Lafont Sicilia para el curso venidero, aunque éste no finalizará el contrato. Su sustituto afrontará provisionalmente los primeros compromisos para llegar a destino en el mismo vagón que sus proponentes y amigos.

No había finalizado febrero de 1985 cuando Roberto Gracia Miñana convoca una Asamblea Extraordinaria de Socios para solicitar una ayuda con la que poder llegar al término de la campaña. Cuenta a su favor con la excelente marcha deportiva camino a la Primera Regional Preferente. Por otro lado, en esas fechas se está gestando un movimiento comandado por Miguel Barriendos Muniente, que pretende destronar al máximo mandatario caspolino, blandiendo para ello la mala gestión que a su entender lleva a cabo. Barriendos aprovecha la reunión para encadenar una serie de interrogantes que den contenido a sus fines, vano intento aproximatorio, puesto que su voz se ahoga en el convencimiento general que implica la unión para obtener el ascenso.

El revés sufrido no ablanda la determinación tomada por los jóvenes contestatarios, que esperarán pacientemente al final de campaña. Agotado el mandato de Roberto Gracia Miñana, comienza el período electoral para elegir quién gobernará la nave caspolina a corto plazo. Roberto Gracia, con el título conseguido como su más preciado trofeo, reitera que no ansía el puesto, cansado por los largos cuatro años donados al fútbol en trabajo, dineros y salud, sin recibir mucho a cambio, tan sólo la conciencia de haber cumplido honestamente las emociones que sentía. Por otro lado, su militancia política le asigna un lugar destacado en la candidatura socialista.

Con la confirmación de Roberto Gracia de no presentarse a la reelección, Miguel Barriendos encuentra el camino expedito, sin ningún otro oponente, "todo el proceso electoral transcurrió con una exquisita legalidad, un hito sin precedentes y difícil de emular". Barriendos, tras cumplir el trámite previo de hacerse socio, recibe el pláceme de la Asamblea y da a conocer la nueva Junta Directiva.

Presidente: Don Miguel Barriendos Muniente.
Vicepresidente: Don Alberto Piazuelo Guiu.
Secretario: Don Jesús Aparicio Serrano.
Tesorero: Don José Borruey Vidal.
Vocales: Don Manuel Barriendos Gimeno y don Carmelo Hernández Pueyo.
Angel Fillola Estopañán entra en la directiva finalizando la temporada.

Miguel Barriendos y sus compañeros de Junta plantean su estancia al frente del club concentrando sus esfuerzos en el equipo de Preferente, "ratificado Teófilo Lafont miramos muchos jugadores en Zaragoza e hicimos una selección. Pretendíamos juntar un cuadro competitivo, ascender de categoría y dejar una base para la Tercera". La presentación sorprende por la gran cantidad de caras nuevas que comparecen, "sólo quedan del año anterior Bueno y Arcal, de fuera, y Domingo, Samper, Rojas y Poblador, de casa". La auténtica revolución que sufre el equipo, con diez jugadores nuevos, provoca una oleada de excitación que aumenta el número de asociados, "subimos las cuotas a diez mil pesetas y elaboramos un presupuesto de seis millones". Asimismo, los nuevos dirigentes desean acometer otras ideas aunque sin mucha obcecación, "queríamos apoyar un Juvenil y un Segunda Regional, haciendo para este último una filialidad con el Chiprana". Los planes salen planos y no florece ninguna de las dos opciones, "las personas a quienes se lo encargamos nos defraudaron".

En Pretemporada se disputan varios amistosos cuyos resultados animan y motivan el entorno del equipo. No obstante, el primer cuarto de la competición ofrece marcadores positivos en casa y negativos a domicilio que trazan dientes de sierra en la gráfica clasificatoria. El objetivo es meterse entre los once mejores que ascienden, por la reestructuración de las categorías nacionales, a la Tercera División. Poco a poco, la curva se estabiliza y el Caspe figura en el grupo de elegidos; mientras, las relaciones internas se van deteriorando progresivamente, deterioro que remata con la dimisión-destitución del preparador.

El Caspe juega en casa frente al Villanueva. Es el domingo 15 de diciembre, decimosexta jornada de Liga. El choque no puede ser más rentable, los locales ganan por seis goles a cero, pero la celebración no comporta alegría, todo lo contrario, tras el encuentro algunos miembros de la Junta se reúnen con Lafont y la ruptura se consuma. "El cambio en la directiva fue muy brusco", dice el entrenador cesado, "al principio se dejaron aconsejar para luego desmarcarse". La gota que colma el vaso es una multa a José Luis Bueno por bajo rendimiento, "se la impusieron sin consultarme". Por su parte, el presidente interpreta cierto malestar entre técnico y jugadores que hace peligrar la concordia del vestuario, "quizá nos vio muy jóvenes y quiso aprovecharse de ello". La coincidencia entre el cese y la abultada victoria llega a la prensa de tirada nacional: "fue casual, la decisión ya estaba tomada". Lafont denuncia su contrato en el Colegio de Entrenadores y el Caspe satisface íntegramente sus cláusulas: "me pagaron hasta la prima por el ascenso".

Para cubrir el vacío generado por la marcha del entrenador, Miguel Barriendos contacta con Bienvenido Callao Navales: "aceptó el cargo de forma provisional hasta que encontráramos otro entrenador". Callao rehúsa sentarse en el banquillo los dos primeros partidos, 5-0 a La Almunia y 0-3 en Brea, pero al comprobar la calidad de la plantilla y las continuas peticiones de los directivos decide vincularse al club.

Los siguientes partidos no reportan el fruto apetecido e incluso el Caspe pierde en el San Sebastián de Mallén por goleada, siete a cero, con la presencia del despedido Teófilo Lafont en la banda. La consecuencia prima es la pérdida de los puestos importantes de la tabla. El club busca revulsivos de última hora, ficha al chipranesco Pascual Barriendos, del Zaragoza Juvenil, y tras el desplazamiento al Papa Luna de Illueca, donde los caspolinos -jugadores y acompañantes- se ven acosados, el equipo empieza a sumar puntos, se obtienen 17 de 22 posibles que posibilitan conservar la séptima plaza y acceder a la categoría superior después de haber faltado 18 años.

El encuentro Illueca-Caspe merece comentario aparte. En la ida, los locales vencen por dos a cero y el Illueca asiste resignado al abandono en camilla de dos jugadores lesionados: "fueron totalmente fortuitas", sentencia José María Rojas Pérez, "uno, por un balonazo, y el otro con una brecha al saltar con Chus y golpearse en la boca". El incidente desquicia a la expedición illuecana y el primer domingo de marzo, en la vuelta, los aficionados esperan al Caspe para ajustar la vendetta. Un seguidor caspolino, asustado, opta por retirarse del recinto deportivo, "y a nosotros nos trataron de terroristas", dice el capitán del equipo.

La anécdota de la temporada sucede en Estadilla y por partida doble. La Directiva oscense, y tras un arbitraje que juzga contrario para sus colores, paga al colegiado en monedas de peseta. Por su parte, cuando el Caspe viaja hasta allí, olvida botas y fichas, "cada uno tuvimos que jugar con lo que pudimos", recuerda José Luis Domingo Franco.

La competición toca a su fin y el puesto clasificatorio colma las esperanzas de los aficionados. Será la primera piedra puesto que el año siguiente, con el ascenso, también ascenderán los presupuestos. Samper queda "pichichi" con 28 tantos y sufre las lesiones más graves de su historial: rotura de fibras y de clavícula que no cura totalmente. Pero Samper y el resto de compañeros tienen un ángel por aliado, cuando aparecen las lesiones son tratadas con mimo por las expertas manos de Pilarín. Pilar Sancho Gallús se acerca al mundo del deporte con la llamada de Barriendos: "la avisamos el primer día y no se dejó ni un solo partido, ni dentro ni fuera". Pilarín es todo familiaridad y perseverancia, tiene un poder curativo en sus manos, "un don de Dios", afirma ella en la entrevista que publica Miguel Gay Vitoria en "Heraldo de Aragón": "desde pequeña siempre me gustó la anatomía y, como era muy inquieta, ejercía de enfermera entre mis amistades e iba adquiriendo conocimientos a través del tacto".

Debemos reconocer que la temporada hace "buenas migas" con el fútbol de Caspe. Al ascenso del equipo senior se une la magnífica campaña de los juveniles. José Ramón Oriol, seleccionador aragonés, cita a tres caspolinos para entrenar: Fanjul, Rojas y Burillo, aunque sólo los dos últimos jugarán el Campeonato Interterritorial con Navarra, Vizcaya y Guipúzcoa. Uno de los enfrentamientos se disputa en Los Rosales, pero los aragoneses no se clasifican para la siguiente fase.

No obstante, la llamada a los jóvenes valores de la cantera sólo es la punta del iceberg que esconde un grupo de futbolistas con gran calidad en sus botas. Individualidades necesitadas de la mano experta de un entrenador que conforme sus talentos en un conjunto compacto y potente. Elementos pendientes del maestro que ensamble las piezas sin fisuras. Luis Gracia Alonso, con cinco años en la brecha, es el encargado de unir voluntades y conducir a estos muchachos a la Juvenil Preferente en el carismático estadio de La Romareda, y a ganarla.


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