Club Deportivo Caspe
 

Temporada 1984/85


Cuarto y definitivo año de Roberto Gracia Miñana al frente del Club Deportivo Caspe. El veterano presidente verá cumplido el regreso a la categoría perdida en una campaña redonda: Se inaugura el nuevo campo de fútbol, orgullo en la regional; vuelven los aficionados a vestir las gradas atraídos por los sobresalientes resultados; concluye el ejercicio con superávit aunque insignificante y el Campeonato sirve de puente para el futuro desarrollo del fútbol-espectáculo en la ciudad. Consecuencias, todas, del rumbo que toma el equipo fiel a la máxima del juego, no es importante cómo se empieza sino cómo se termina. El tópico se cumple a rajatabla, los inicios son dubitativos y sólo la tolerancia y generosidad de un hombre que no se siente respaldado otorgarán indirectamente el camino correcto.

No han llegado todavía los calores axfisiantes del estío cuando el presidente anuncia en la Asamblea de Socios el nombre del nuevo entrenador: Florencio Morón Aznar. El técnico ha sacado excelentes calificaciones en el último curso de preparadores y viene recomendado muy favorablemente; es un hombre cargado de ilusión esperando una oportunidad para demostrar sus conocimientos; natural de Alfajarín y con raíces en la comarca (Mequinenza); es, en definitiva, la persona elegida por el máximo mandatario para devolver la Preferente al equipo.

La construcción del cuarto campo de fútbol oficial en la historia del pueblo ha centrado la atención de los aficionados este verano. Los 61 años transcurridos desde que se inaugurara el primer terreno dedicado a la práctica futbolística hacen perderse en la memoria "la chaladura de aquellos locos en calzones" que corrían detrás de una pelota. Las abundantes piedras que poblaba el solar anejo a la carretera de Alcañiz se han tornado en verdes plantas que dotan de frescor a las ardientes jornadas estivales. El continuo y mimado riego baña un manto de esperanza preparado para concitar el deseo de jugadores y seguidores. Éstos ya disponen de un terreno cercado donde reeditar vítores a los vencedores, luchadores sin tregua, en pos de alzar el azulina de las camisetas por encima de contrarios y adversidades.

Los Rosales reemplaza al campo del Plano -el de las chapas-; sólo conserva de aquél un mosaico con dibujo de mariposa que construyó don Francisco Pina Catalán para la fábrica de Tomás Castillón como reclamo de su especialidad. Sus descendientes, con la aquiescencia del alcalde, transplantan el ingenio, nexo de unión de casi cuatro décadas.

El día es caluroso. Un límpido azul orna sobre las cabezas de los presentes. El nuevo "Rosales" o "Los Rosales", travesura gramatical que excusa acreedores de propiedades, goza de un lleno saludable, histórico, como el evento que se conmemora. Se reparten rosas rojas en la entrada, pretexto de dominios confundidos y bienes urbanizables (todavía colea el affaire político-municipal), pero es tiempo de fiesta. No sólo se dan cita los "futboleros de pro", sino todo el mundo que quiere presenciar un momento irrepetible. La tribuna se llena. Tras las vallas que conforman el rectángulo de juego la excursión de padres, madres e hijos que han salido a rendir pleitesía a la última obra, enseña y presente para visitantes. Hay Banda de Música y exhibición de gimnasia rítmica. Recluidos, dos equipos, C.D. Caspe y C.D. Teruel, ambos dispuestos a formar parte de los festejos.

El partido se resuelve con victoria turolense de cero a cuatro. En general, el accidente no empaña la tarde festiva, sin embargo los socios reclaman más altura. Es cierto, el rival era superior, pero... "¿Este equipo vamos a tener este año?". Siguen Rojas, Catalán, Casanova, Arcal y Samper. Se ha recuperado a Domingo y han vuelto Cholla, Bueno y Díaz. "¡No hay que preocuparse... la Liga será nuestra!".

La Junta recibe un nuevo miembro. Manuel Barriendos Gimeno sustituye a Joaquín Cirac García, que causa baja. Con la excepción de Tomás Gracia y Pedro Gasca como más identificativos, la Directiva conserva a la gran mayoría de sus componentes. Antonio Llop Estopiñán cumple funciones de vicepresidente y acompaña a Roberto en la gestión de los fichajes, "Cholla, Bueno y Díaz exigieron para firmar el dinero que todavía les adeudábamos". La plantilla queda completa con Eladio, Valladares y Martínez, "Morón trajo para probar a Laborda, Ceballos y dos conocidos suyos de Mequinenza, aunque no ficharon".

La Liga empieza en casa con victoria, dos a cero, al Movera, pero el trabajo del técnico no convence ni a la plantilla ni a la Junta y los movimientos en los "mentideros de la capital" no cesan, sabedores de la apetitosa plaza que significa el Caspe, un club con tradición, recursos y campo de espléndida factura. Ese mismo domingo, el presidente mantiene desleales contactos con Julián Mainar, que viaja a la Ciudad del Compromiso acompañado por otro entrenador, Teófilo Lafont. Al domingo siguiente, en Fuentes, el equipo local gana por dos a uno y se precipitan los acontecimientos. Florencio Morón presenta su dimisión irrevocable y en la misma localidad zaragozana Roberto Gracia habla con Lafont, presente en el campo. El relevo está cantado y amanece otra etapa.

Teófilo Lafont Sicilia es un entrenador duro, basa en la preparación física el ritmo de la temporada, estudia concienzudamente los partidos y a sus rivales y tiene una personalidad difícil rayando en la desconsideración. Los cambios pronto son visibles: Cholla y Díaz causan baja, "en el pueblo teníamos chavales que podían suplirles". Contrariamente, éstos no serán los únicos que reciben el portazo, puesto que otros jugadores locales también emprenden el camino del exilio, como Fernando Fontoba Fandos, "Javi Cortés y yo hicimos la Pretemporada con el Caspe pero como no jugábamos nos fuimos al Chiprana".

Los cuatro partidos siguientes no provocan el ansiado paso adelante, sólo se obtienen cuatro puntos de ocho en juego, "... no me impresionó lo más mínimo, teníamos plantilla suficiente para alcanzar el objetivo. Un buen fondo físico y la calidad de los principales baluartes del equipo era todo lo que necesitábamos para recuperar la Preferente". Lafont incorpora a los entrenamientos un trabajo metódico en circuitos que repite sin descanso, "trabajábamos muy duro a lo largo de la semana y así, el domingo, nos limitábamos a esperarlos en las primeras partes para machacarlos en las segundas".

Los resultados parecen dar la razón al preparador: "sólo perdimos cuatro veces", dice José Manuel Samper Mendoza, que añade: "había una armonía envidiable con todos los compañeros". La flojedad del principio concede cierta ventaja al Calamocha en la tabla, que pasa a convertirse en el norte de la plantilla caspolina: "la Liga fue un tête à tête entre los dos conjuntos". La polémica rodea sus enfrentamientos: en casa, el Caspe gana por un solitario gol, marcado de penalty en el último minuto, que hace perder la imbatibilidad a los turolenses; el partido de vuelta, penúltimo del Campeonato, se convierte en una encerrona para los muchos seguidores caspolinos que completan la expedición.

Restan dos jornadas para la conclusión del Torneo. El Caspe lidera el Grupo, tres puntos por encima del Calamocha, y debe rendir visita a su máximo contrincante. La expectación es extraordinaria: "hubo un entradón", recuerda Teófilo Lafont, "con el empate nos bastaba y la consigna, si llegábamos igualados a los últimos minutos, era despejar sin contemplaciones todos los balones desde la defensa; mientras, debía haber alguien permanentemente fuera de juego para cortarles el ritmo". Las porterías no son horadadas y el reparto de puntos es la lógica consecuencia. José Luis Domingo Franco evoca lo accidentado del choque, "el árbitro no pudo llegar a su vestuario y se refugió en el nuestro. El ambiente fue terrible para todos los que nos desplazamos".

Con el ascenso matemático en el bolsillo, el último partido en casa, frente al Herrera de los Navarros, constituye un masivo agradecimiento de los jugadores al público y viceversa. Agotada la Liga, la plantilla hace un sugestivo paseíllo de honor por las principales calles del pueblo sobre un campechano vehículo, un remolque tirado por tractor que conduce Manuel Barriendos. Es el punto final a una campaña victoriosa, atrás quedan las tardes de sacrificio y dificultades, pero, sobre todo, de goleadas: El Caspe marca 106 goles, 49 de ellos el delantero centro local José Manuel Samper Mendoza.

La temporada también sabe de otros episodios menos agradables, como la visita a Herrera de los Navarros o los dos enfrentamientos con el Gelsa. En Herrera, el entrenador tiene que salir escoltado por la Guardia Civil y conducido en el coche policial hasta Azuara: "un espectador lanzó una piedra al juez de línea y yo señalé al individuo; esto provocó la animosidad de la gente, que veía perder a su equipo y se originó un follón monumental". Por otro lado, el Gelsa se convierte en la auténtica "bestia negra" del Caspe. El equipo de César Ascaso vence los dos partidos. Para José María Rojas Pérez, "en casa nos ganaron merecidamente pero allí salió a relucir el juego subterráneo y los malos modos, había mucha tirantez. Iba el líder y estaban crecidos". Rojas y Sanz tienen roces con Eduardo González, que luego fichará por el Caspe.

El triunfo deportivo potencia el activo del club y hurta sinsabores pasados. El Caspe, con la complicidad de sus seguidores, termina la Liga con números positivos y el entrenador es tentado por el Ayuntamiento para fijar su residencia en la localidad. Joaquín Cirac García reúne al técnico con los concejales Asunción Bru y José Sanz: "nuestra proposición pretendía que Lafont se encargara de impartir educación física en los colegios, dirigiera una escuela de fútbol y, con su carnet nacional, entrenara al C.D. Caspe". El candidato, por su parte, agradece a los concejales su intención, pero desestima el ofrecimiento: "la idea nunca llegó a plasmarse en un contrato laboral".

La temporada echa su manto con la celebración de un partido nocturno entre el Real Zaragoza y el Endesa de Andorra, organizado para inaugurar la iluminación interior y exterior del complejo deportivo. El caspolino Samper juega medio tiempo con el Endesa.

En Juveniles, Luis Gracia Alonso, ya con carnet regional, dirige al equipo del club, logra el Campeonato de la zona y disputa la fase de ascenso clasificándose en cuarta posición.


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