Club Deportivo Caspe
 

Temporada 1989/90


Esta temporada el Club Deportivo Caspe da un giro de ciento ochenta grados a su suerte. Invierte totalmente el sentido de la marcha que ha soportado en los últimos doce meses. Si antes fuera tiempo de brumas, el ciclo de dos años que ahora comienza va a significar un hito histórico: En la Liga, liderar la Tercera, aunque momentáneamente y por centésimas, y en la Copa, caer en vísperas de jugar con un clásico de la Primera División, el Real Betis Balompié.

A la Junta que preside Agapito Fortuño no le ha alcanzado en demasía la tormentosa campaña precedente; es más, con la reincorporación de Joaquín Cirac a la Secretaría, cargo que ya ocupara con Roberto Gracia, se cierra una mini-crisis que nunca existió, quedando establecido el orden jerárquico de la siguiente manera:

Presidente: Don Agapito Fortuño Font.
Vicepresidente: Don José Hernández Comech.
Secretario: Don Joaquín Cirac García.
Tesorero: Don Fermín Latre Royo.
Relaciones Públicas: Don Jesús Altes Gresa y don José Verdaguer Solé.
Vocales: Don Manuel Amorós Guardia, don José Fontoba Piera, don Sebastián Fontané Buisán, don Vicente López Escorihuela, don José Latre Fillola y don Carlos Monferrer Gómez.

La Directiva elabora un presupuesto, ligeramente superior al del año anterior, que gira en torno a los nueve millones de pesetas y recoge el déficit pendiente. La partida dedicada a salarios y primas es el mayor capítulo por cubrir. Por contra, aparece un excelente patrocinador. Carlos Monferrer gestiona la entrada de Vinsa, que aporta un buen número de miles de pesetas a cuenta de publicidad.

Conocido el montante económico es hora de planificar el deportivo. "Corpas no tuvo suerte en el Caspe...", sentencia Agapito Fortuño Font, "... y como no arrastraba jugadores, contactamos con alguien que lo sustituyera". El secreto escondido en la segunda parte de la frase es fácil de explicar: los directivos, en general, descansan la contratación de la plantilla en los técnicos aprovechando su residencia en Zaragoza, cantera, por cantidad, bien asequible.

Con la opción de Corpas descartada, José Hernández apuesta por un joven preparador que les ha vencido tanto en casa como fuera. Un hombre que goza de cierta libertad en su profesión y, lo que es mejor, con una apretada agenda de direcciones y teléfonos; éste no es otro que César Ascaso Pérez (Gelsa).

El vicepresidente del club desconoce el nombre completo del entrenador y su número telefónico particular. Por ello, coge el listado y busca ávidamente la frontera entre la "A" y la "B". Con el mismo apellido figuran varios abonados, descuelga el auricular y marca los primeros dígitos que aparecen en la lista. ¡No es!, se disculpa y prueba con el siguiente. La historia se repite, pero Hernández no se descorazona, decidido a llamar, uno a uno, a todos los números que muestra el enorme "libraco" que sustentan sus manos. El tercero responde afirmativamente: un suspiro de alivio y la propuesta sin tardanza.

El acuerdo no tarda en llegar y ambas partes saludan la nueva sociedad constituida. Sin embargo, el vínculo no agrada por igual al Gelsa, que percibe con la marcha del técnico, la de un número importante de sus efectivos. "Nunca entendí las razones del enfado...". dice César Ascaso, "... lo primero que hice cuando vino el Caspe a buscarme fue hablar con ellos". Pero los dirigentes del conjunto gelsano no penan tanto el fichaje de Ascaso por el Caspe como su disgusto al atribuirle la desbandada que sufre el equipo. Cierto es, las diferencias económicas entre las ofertas de uno y otro y la fidelidad de los jugadores al entrenador obligan a que hasta cinco de éstos cambien de aires.

El Gelsa, herido e indefenso, hace valer sus derechos y retiene las bajas federativas de los jugadores que tienen firmado un año más con el club (la validez del documento se extingue el 15 de septiembre, pero si antes de dicha fecha se presentara en la Federación, los firmantes pertenecerían al titular a todos los efectos y no podrían jugar con el Caspe). Bajo esta amenaza, Agapito Fortuño intenta acercar posturas: "... nosotros tratamos de solucionarlo por las buenas y les propusimos un partido amistoso gratis allí". César Ascaso, por su parte, advierte una "vendetta" errónea en el comportamiento del Gelsa: "... nos hicieron mucho daño deportivo, y a mí, moral". No obstante, José Hernández denota mayor indulgencia en sus palabras: "...fue una pataleta, pero en el fondo no se portaron del todo mal". A consecuencia de ello, José Luis, Claver y Pascual no debutan hasta el sexto partido de Liga.

De todas formas, la renovación del C.D. Caspe no se circunscribe a la entrada de los cinco hombres del Gelsa; del año anterior sólo queda un superviviente: Samper. Con Domingo fuera y Herrero sin oportunidades, el club ficha a Valen para la portería. El guardameta no es bien acogido por un sector del público, reciente todavía la grave lesión de Monente, "a mí no me importó firmar a Valen", asegura Agapito Fortuño. Por otro lado, José Mari Rojas y José Manuel Sanz no pueden compatibilizar su trabajo con los entrenamientos y también caen de la plantilla. Para ocupar sus puestos en la zaga, el Caspe se hace con los servicios de dos juveniles del Zaragoza, Fernando Ortiz y Carlos Burillo, el segundo, un caspolino con grandes cualidades. La retaguardia queda completa con el veterano Carlos Lausín, del Alcañiz, y el calandino José Martínez.

Los comienzos son fulgurantes. A pesar de las derrotas en las jornadas tercera y cuarta, el Club Deportivo Caspe cuenta sus partidos por victorias y es en la octava jornada del campeonato cuando se sitúa en la segunda posición del torneo: rápida ascensión que le vale el sobrenombre de "equipo revelación". La tarjeta que presenta el Caspe hace muy pronto fijar las miradas en su técnico; fruto de ello, Javier Villar le lleva a las páginas del "Punto Deportivo". Ascaso, no obstante, afronta con humildad la trayectoria que están llevando: "no hemos hecho nada especial, tuvimos suerte con los fichajes. La mayoría son jugadores que ya estaban conmigo antes".

La máquina caspolina parece bien engrasada, hasta el punto de que no se conoce cuál va a ser su techo. En la ya referida octava jornada, el C.D. Caspe juega en casa con el Peralta, al que vence por tres goles a uno, y la S.D. Huesca viaja a Mallén, con resultado final de empate a un tanto. Justo el momento que precede a una borrachera de alborozo, ambos equipos están empatados en la primera posición de la tabla, pero el Caspe aporta un mejor coeficiente que su rival: los caspolinos han marcado 35 goles por 16 encajados y los oscenses, 24 por 11 recibidos; es decir, el Huesca da un coeficiente de 2,1818 y el conjunto caspolino, 2,1875. Por cinco centésimas el Caspe lidera la clasificación de Tercera. La alegría de la afición es inmensa, pero sólo dura una semana, al domingo siguiente rinde visita al Alcoraz y el Huesca deja las cosas en su sitio, ganando por uno a cero. Corta experiencia, sin duda, pero gratificante sueño para los seguidores caspolinos.

La temporada transcurre sin sobresaltos. Sólo en el mes de enero las acciones del Caspe caen en el mercado de la regional. ¡Es un mínimo bache! La competición cierra sus puertas con un tercer puesto tras Huesca y Sabiñánigo; con 51 puntos, 13 positivos y 80 tantos marcados, o sea, el segundo máximo goleador de la Liga y la posibilidad de disputar la Copa del Rey el año siguiente.

Quizás, la reconversión que había sufrido la plantilla era el mejor caldo de cultivo para restañar la desdibujada campaña precedente, un hecho que pudiera parecer contraindicado con las teorías mantenidas hasta el momento. Nada más lejos de la realidad. Ascaso viene con un 40% conjuntado y el resto compuesto por una pléyade de gran calidad. Ello, y otros factores, proporcionan la portentosa clasificación conseguida, fervor de la afición y continuo éxtasis del presidente: "fue como un sueño". José Hernández Comech, por su parte, prefiere una explicación más tangible: "salió bien porque los jugadores no eran conocidos y no nos costaron mucho dinero". Carlos Monferrer hace descansar los favores a la diosa fortuna: "tuvimos mucha suerte". Y César Ascaso, por último, condiciona los éxitos al trabajo realizado: "entrenábamos dos días a la semana y todos los viernes en Los Rosales". El equipo pasa de jugar por el descenso a ser uno de los gallitos: "la gente disfrutaba porque les procurábamos espectáculo".

El resumen deportivo de la temporada estima dos nombres propios: Burillo y Samper. El programa Antena de los Deportes, de Radio Caspe, concede, por segundo año consecutivo, los premios a los jugadores más destacados. Burillo lo es por doble motivo, al más rentable y también al más regular, y Samper, al máximo goleador. En cuanto al aspecto económico, el presupuesto queda compensado merced a dos razones fundamentales: a la buena marcha deportiva que arrastra público al campo de fútbol y al rigor con el que se manejan los dineros del club.

Los trofeos son entregados a sus destinatarios en una cena-homenaje fin de temporada, la misma que sirve como pórtico a la despedida del presidente. Agapito Fortuño alega problemas en el trabajo y, bien a su pesar, deja vacante la presidencia. Antes, ya se había producido el relevo efectivo y será el vicepresidente quien tome las riendas, ahora de forma oficial, del Club Deportivo Caspe.

Mientras, el fútbol en la localidad es un dios con pies de barro. Desaparecido el Compromiso Club de Fútbol, los chavales que han salido de juveniles no tienen una ubicación acorde con su edad. El Caspe queda muy alto y lejano y la emigración es la única vía obligada. La ausencia de un escalonamiento adecuado en el deporte-rey promueve una inclinación hacia su primo hermano: el fútbol-sala.


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