Club Deportivo Caspe
 

Temporada 1947/48


Esta temporada es una de las más gratas para rememorar, preludio de los cambios que se van a producir demandados por deportistas y seguidores. Por un lado, el Olímpico o Caspe, con jugadores y uniforme del Olímpico, sigue cosechando éxitos en sus confrontaciones amistosas. Además, en el ambiente flota un algo que tan sólo hace falta concretar. Hace falta... la persona o grupo de personas que lleven a buen puerto aquello que se comenta constantemente en los corrillos futbolísticos. Expectativas que se verán cumplidas en dos puntos cruciales para el definitivo desarrollo del fútbol en la ciudad: la segunda fundación del Club Deportivo Caspe y la construcción del campo del Plano.

El lugar de reunión de jugadores y aficionados se había desplazado en los últimos tiempos al Bar Gol, que estaba situado al final de la calle Mayor, curiosamente muy cerquita de donde había comenzado a hablarse de fútbol 25 años antes. Un poco más arriba, en los bajos del comercio de don Tomás Castillón, se celebran los primeros contactos tendentes a formalizar oficialmente al equipo como Club Deportivo. Se forma una Comisión Gestora que está compuesta por don Tomás Castillón, don José María Repollés (en la sombra, postergado políticamente), don Marceliano Pérez (director del Instituto), don Jesús Piera (profesor y delegado del Frente de Juventudes) y don Antonio Alastuey (maestro). El primer cometido de esta comisión es redactar los estatutos y diligenciar los trámites previos a la constitución de la sociedad. Una vez alcanzados estos extremos y aprobados los estatutos en el Gobierno Civil, se nombra la primera Junta Directiva:

Presidente: Don Tomás Castillón Albareda.
Vicepresidente: Don Miguel Morales Cortés.
Secretario: Don Vicente Oliver Bayo.
Tesorero: Don Marcelino Pascual Ráfales.
Vocales: Don Antonio Caballú Fillola, don Manuel Ráfales Navarro y don Antonio Suso Terán.

Se había dado el primer paso, importantísimo, pero aún faltaba completar la faena, era necesario disponer de un campo de deportes más cercano a la población y, a ser posible, cerrado. Cometido que llevaron adelante los nuevos directivos. Don Santiago Castillón Pi, que vivió muy de cerca los entresijos de la operación (le tocó tomar muchas notas y rellenar las fichas y tarjetas de socios) recuerda: "Había distintos pareceres sobre si el nuevo campo debía ser propiedad del Club o considerarse municipal, prevaleció esta última propuesta y se acertó plenamente como luego se demostraría. El campo ha seguido perteneciendo siempre al pueblo y no sirvió en ningún momento como moneda de cambio en cualquiera de las numerosas crisis económicas por las que ha pasado la entidad a lo largo de su historia".

"El Noticiero" publica el 27 de noviembre de 1947: "Tenemos noticias de que tras la reciente reconstitución del antiguo Club de Caspe, se hallan muy adelantadas las gestiones para un nuevo campo, mejor acondicionado que el actual. Hacemos nuestros votos para que las actividades de la nueva Junta se vean coronadas con el éxito más lisonjero y estamos seguros de que pronto ha de alcanzar el fútbol el rango que por la importancia de nuestra ciudad le corresponde".

Se supervisan varios terrenos a la espera de que alguno responda adecuadamente a las necesidades, se entablan conversaciones con el Ayuntamiento y "...finalmente...", dice don Miguel Morales Cortés, "...visitamos a Pablo Preciados y llegamos al acuerdo de adquirir por cuenta del Club 10.000 metros cuadrados a 7,20 pesetas el metro, que sumaban las 72.000 pesetas, montante total de la operación". Por medio del alcalde don José Garrido se logra que el gobernador civil don Tomás Romojaro destine una ayuda de 50.000 pesetas para la compra del campo, que pasa a ser municipal, gestionado por el Club y en el que tendrá prioridad el Frente de Juventudes.

Una vez compradas las tierras, había que adecuarlas para la práctica deportiva y aquí vivió el pueblo de Caspe uno de los episodios más bonitos de su historia. Los socios y aficionados, e incluso gentes que en nada tenían que ver con el mundo del fútbol, ayudaron en la medida de sus posibilidades a transformar aquella zona en un centro de deportes, rasearon con escombros del Convento de las Madres Capuchinas, levantaron los muros circundantes y edificaron el resto de las instalaciones iniciales. La dirección de las obras estuvo a cargo de don Agustín Camón y a lo largo de la semana había unos albañiles trabajando en su construcción, pero era los domingos y días de fiesta cuando aquello se convertía en un hervidero de personas, trabajando todos "a jornal gracioso", es decir, sin compensación económica alguna.

Mientras tanto, se juega en el campo de Cabo de Vaca. El 23 de noviembre, Caspe 3-Sástago 2.

Hay un partido en Mora, recuerda don Miguel Pina Cirac: "...eran las fiestas de la localidad e íbamos ganando por uno a cero. El árbitro, que era de allí, iba alargando el partido por ver si empataban, hasta que, pasado más de un cuarto de hora del tiempo reglamentario, Serrano se emprendió con un defensa, intervino la Guardia Civil y no hubo más remedio que dar por finalizado el partido. La Copa se la entregaron al alcalde señor Garrido". Y es que hay partidos que son especiales, como recuerda don Francisco Pina Prats, que consiguió el gol de la victoria pero no pudo regresar a casa: "...la vuelta era en tren y para ahorrar algo de dinero nos camuflamos Esteban y yo en el fuelle, con tan mala fortuna que era el vagón restaurante y lo habían desenganchado por que dormía en Mora, con lo que tuvimos que esperar a otro tren". "¡Espera y billete!", dice don Manuel Iguacel Sánchez, que también se acuerda de este partido.

El fútbol regional cuenta en sus máximas categorías con:

- Tercera División:
Grupo III: Zaragoza.
Grupo IV: Numancia, Escoriaza, Arenas, Tauste, Atlético y Belchite.

- Primera Regional:
Grupo Zaragoza: Ejea, Calatayud, Torrero, Levante, San José y Agrupación.

Por otro lado, la Federación organiza un torneo de adheridos entre Escatrón, Sástago, Híjar y Caspe al que acudirán a pitar Arqué, José Marqueta y Julián Rey.

"En un partido que se jugó en Sástago..." -dice don Manuel Ráfales en el suplemento "Regate", de "Aragón Exprés"-, "...arbitró el señor Marqueta (padre), ganaron los caspolinos y el colegiado tuvo que salir del vestuario en el cesto de los equipajes del Caspe porque los espectadores le estaban esperando a la salida".

En cuanto al fútbol juvenil, el 7 de marzo de 1948, en las fiestas de Santo Tomás, el Colegio Nuestra Señora del Pilar se enfrenta al Sástago cayendo derrotado por tres goles a uno. Formaron por los caspolinos Godina, Artal, Guiu, Cester, Calved, Moliner, Morales, Gracia, Vidal, Florencio y García.

Asimismo, debe jugar algún partido el equipo de Acción Católica atendiendo a lo publicado la temporada anterior, pero este año no hay datos que lo atestigüen.

El fútbol de peñas sigue adelante en su peregrinaje por eras, campos y aledaños. No obstante, hacen sus partidos más importantes en el campo de Cabo de Vaca.

La Cantera pasa por ser el equipo más precoz de su tiempo, con una organización seria basada en la amistad de todos sus componentes. La peña recoge a los chavales residentes en la parte alta del pueblo: Fayón Alto, San Roque, calle Hilarza y Santa Bárbara, a excepción de Miñana que vive en la Estación. Deciden uniformarse, para lo cual compran tela (amarilla), algo escasa (les faltaba por la cintura), y la dan a coser a sus amistades. Félix García diseña un escudo, que lo calca en un papel y se lo dan a una bordadora, y por medio de corchetes lo llevan pegado en las camisetas. Compran asimismo pantalones de color negro, medias y botas (las espinilleras se las hacían con cañas forradas).

No transcurre mucho tiempo hasta que la Plaza hace lo propio. Este es un equipo formado por chicos que residen en el centro del pueblo, comerciantes y estudiantes en mayor grado. Sus partidos los realizan en unas eras, pasadas las vías del ferrocarril, en una plazoleta que había a la izquierda del Hospital de Santo Domingo. Su uniforme estaba compuesto por camiseta a rayas verticales negras y blancas y pantalón blanco. Todo ello, al igual que sus colegas, tienen que comprárselo de su propia paga.


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